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5 de agosto de 2015

El Nuevo Dia

Según el hidrólogo Greg Morris, la AAA bota más agua que la que producen juntos el Superacueducto, el lago Carraízo y el embalse La Plata. Si se repararan, la zona metro no estaría en racionamiento. (André Kang)

Recurrir a racionamientos en un país donde se  potabiliza tanta agua es resultado de la gestión insuficiente de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA) corporación pública que  ha invertido millones de dólares para aumentar su producción, pero hoy día   pierde más de la mitad.

Aun cuando el Superacueducto del norte y el dragado del lago Carraízo agregaron agua tras la crisis de los abastos de 1994, en las últimas dos décadas la AAA no aumentó  ingresos por venta de agua.

Costó casi $600 millones construir el Superacueducto, otros $300 millones iniciar su operación más  $278 millones por concepto de intereses para que produjera 100 millones de galones  diarios (mgd) de agua distribuidos desde Arecibo hasta partes de Carolina y Juncos. Con todo y que su construcción se hizo bajo la promesa de que alejaría un racionamiento hasta el año 2050, en la actualidad las interrupciones programadas duran   48 horas, más que en la década de 1990, cuando los cortes eran de entre 36 y 40 horas. 

El dragado de Carraízo costó   $60 millones y le devolvió algo de capacidad al embalse, pero en 20 años la inversión se esfumó pues el abasto ha vuelto a sedimentarse. Es decir, que tierra y babote   ocupan hoy el espacio que debería llenar el agua.

Por eso, el ingeniero ambiental Gregory Morris, experto internacional en sequía radicado en Puerto Rico desde 1974, comenzó a promover públicamente sus propuestas para mitigar el asunto tras décadas  analizando el manejo del agua en Puerto Rico.

“Normalmente en países industrializados cuando hay sequía todavía hay agua en los tubos (California, en Estados Unidos, no ha implementado racionamientos). Y en Puerto Rico hay sequía y se corta el agua. Eso no es aceptable, no es la manera de manejar la situación. Tenemos que dirigirnos a manejar el recurso de agua con pensamiento, con sabiduría, no con proyectos grandes porque la infraestructura ya existe en gran medida”, afirmó. Morris ha  asesorado tanto a la AAA como al Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA), al Cuerpo de Ingenieros de Estados Unidos y a una veintena de países.

 Morris desarrolló un modelo  en el cual agua potable del área Metropolitana se supliría a través de una combinación  de embalses y pozos. En esencia, este concepto de operación conjunta plantea que en épocas de sequía se reduzca la extracción de embalses y se aumente el agua de pozos proveniente del Acuífero del Norte; mientras en época de lluvia e inundaciones se aumente el suministro de embalses y se reduzca la de este abasto subterráneo. 

Esta propuesta depende también de la reparación agresiva de salideros, un objetivo incumplido por la AAA durante décadas. Estas iniciativas rescatarían tanta agua, que el Gobierno no tendría la necesidad de construir megaproyectos, sostuvo.  

“Reparar es más costoefectivo que construir”, planteó, ello porque “no aumenta ingresos”, pero reduce pérdidas y permite cobrar por agua producida. 

El fundamento de esta afirmación lo obtuvo de un trabajo que hizo para la AAA durante los años 2007 al 2009, cuando encabezó lo que catalogó como el primer estudio de contabilidad de agua en Puerto Rico. Analizó tres áreas piloto con más de 25,000 clientes residenciales en Cataño, Corozal y Yauco, y más de 1,000 metros de tubería a través del País. El estudio consistía en cerrar segmentos para medir con contadores de entrada y salida cuánta agua de la que  entraba al sistema se consumía. Los resultados variaron según la zona, pero Morris concluyó que “en todas ellas el nivel de pérdida era mucho mayor en las parcelas”.

  “Cerramos Yauco como cinco veces, el pueblo completo (casco urbano), y no pudimos cerrar el sistema. Todo el mundo se rascaba la cabeza porque siempre hubo presión y no sabían dónde estaban los tubos (que suplían agua). Había una conexión de dos pulgadas en algún lugar (que no encontramos)”, relató el ingeniero. 

Explicó que en ocasiones, los municipios realizan proyectos de forma autónoma para llevar servicios a ciertos sectores y las obras no siempre se documentan debidamente en los mapas hidráulicos de la AAA.

En Cataño analizó un área de las parcelas Puente Blanco con 340 casas y detectaron una pérdida de 60%. 

“Buscamos todas las filtraciones usando la mejor tecnología disponible y después de arreglar todos los salideros la mitad de la pérdida permanecía”, reveló. En este caso, solo 14% del agua servida por la AAA le generaba ingresos, 4% era robada, 1% se perdía por fallas en los contadores, 21% se perdía en fugas de agua dentro de la propiedad del cliente y 60%  en fugas  de tuberías de la AAA.

Los responsables del análisis concluyeron que muchos sistemas de tuberías instalados en comunidades informales no tuvieron un debido   control de calidad. “Es un problema que heredamos desde los años 30”, reconoció Morris. En contraste, apuntó, “en una urbanización formal los caminos son de mejor calidad” y ello previene averías.

Pero incluso en zonas  metropolitanas hallaron problemas sorprendentes. Por ejemplo, un condominio en la zona de Isla Verde no pagaba agua desde los años 80.

Otro asunto detectado se relacionó con variaciones de presión en los sistemas de la AAA. Fue en unas parcelas de Naguabo donde hay unas 200 casas. Repararon el 60% de los escapes detectados y seis meses después había un 60% de pérdida nuevamente. “Había 200 libras de presión en el sistema cuando las casas deben tener de 30 a 60”, recordó. Resultó ser que un sistema de bombeo de la AAA no tenía válvula de presión por donde salía el agua que iba a la comunidad.

De esa forma demostraron que si no se monitorea de cerca la operación del sistema de la AAA y se corrigen las verdaderas causas de los salideros,  la pérdida no se logra controlar, la AAA no puede cobrar el aguaque sirve y no logrará  recuperar su inversión. 

“La métrica para el futuro es cuánta agua de la que produces estás cobrando”, dijo el experto en reservas de agua al reconocer que la gerencia actual de la AAA ha comenzado a trabajar en el tema de la pérdida de agua. 

Pero, ante la urgencia de optimizar el rendimiento del agua para atender la sequía que enfrenta Puerto Rico, Morris insiste en que se debe aplicar el cálculo de rendimiento seguro en Carraízo y todo el sistema de la AAA. El concepto de rendimiento seguro se refiere a cuánta agua se le puede sacar a un abasto  en épocas de poco flujo (como  sequías) sin que se afecte el ecosistema. En el caso de Carraízo debería ser 65 mgd, pero aun cuando el Superacueducto  agrega cientos de millones de galones a su sistema,  ese embalse sigue produciendo cerca de 90 mgd.

En Carraízo, la combinación  de embalses y pozos que propone Morris para mantener el lago en su rendimiento seguro entraría en función tan pronto se detecte que su nivel baje  10%. Una vez recuperado, se dejan de usar los pozos para que recarguen. “Los acuíferos del norte están en buenas condiciones; la AAA cerró pozos (en años pasados) y las industrias que los usaban se fueron de Puerto Rico”, explicó.

La misma estrategia podría implementarse en el resto de los embalses luego de hacer su cálculo de rendimiento seguro.


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