The Wall Street Journal
El Instituto de Idioma Inglés de la Universidad del Este de Washington está en crisis.
El programa de lenguaje intensivo para estudiantes extranjeros en Cheney, estado de Washington, registró en meses recientes un desplome de más de la mitad en las matriculas para el segundo trimestre del año, a 41 estudiantes. El instituto redujo de ocho a dos el personal docente de medio tiempo, y eliminó algunas posiciones para estudiantes que trabajan.
Casi de la noche a la mañana, su principal mercado —los alumnos de Arabia Saudita financiados por becas del gobierno de ese país— se hundió.
“Sabíamos que esto no iba a durar para siempre, pero no esperaba una caída tan significativa”, dijo Neil Heyen, director del instituto.
Por años, las universidades estadounidenses han atraído estudiantes extranjeros para impulsar sus ingresos y contrarrestar recortes a los presupuestos estatales. La llegada de alumnos que pagan matrículas dos o tres veces más altas que los locales ha generado controversia entre algunos estadounidense, que se quejan de que a los estudiantes locales se les está haciendo más difícil encontrar lugar en las universidades, mientras que muchos extranjeros, especialmente los de países musulmanes, pueden enfrentar un ambiente hostil.
Pero estas gallinas de los huevos de oro han dejado a las universidades expuestas a nuevos desafíos empresariales, como las fluctuaciones de las divisas, los altibajos de economías distantes y la competencia de florecientes sistemas universitarios en otros países.
De los 974.926 estudiantes extranjeros matriculados en universidades de EE.UU. en el año académico 2014-2015, 86.370 eran de América Latina y el Caribe, un alza de 19,4% frente al año académico anterior, según el Instituto de Educación Internacional (IIE, por sus siglas en inglés). Brasil fue la principal fuente de alumnos latinoamericanos durante ese periodo con 23.675 (2,4% del total de estudiantes extranjeros), seguido por México con 17.052 (1,7%). Venezuela y Colombia ocuparon la tercera y cuarta posición con 7.890 (0,8%) y 7.169 (0,7%) estudiantes, respectivamente.
Las cifras de la región palidecen cuando se comparan con las de China, que durante el mismo periodo envió a EE.UU. 304.040 estudiantes universitarios, 31% del total. El problema para los centros de estudios superiores es que países como el gigante asiático han estado construyendo sus propias infraestructuras en educación para retener a los estudiantes en casa, mientras países India, fuente de 13,6% de los estudiantes, siguen siendo vulnerables a la volatilidad cambiaria, que puede dejar fuera de su alcance una educación en EE.UU.
Así que las universidades estadounidenses acudieron a lo que parecía una apuesta segura: Brasil y Arabia Saudita, que hasta hace poco tenían sólidos programas de estudios internacionales respaldados por sus gobiernos.
Los brasileños llegaban a las universidades de EE.UU. gracias a un programa que financiaba un año de estudios en el exterior a quienes buscaban títulos en ciencias y otras disciplinas específicas. El programa de becas Ciencias sin Fronteras —también conocido como el Programa de Movilidad Científica— llevó casi 28.000 estudiantes brasileños a EE.UU. entre 2011 y 2015.
El programa alcanzó su meta de enviar 101.000 estudiantes al extranjero, pero debido a la crisis financiera que enfrenta el país, el gobierno brasileño está considerando una “reconfiguración” y aún no se sabe si y cuando continuará, dijo un vocero. Este año, el gobierno brasileño otorgó apenas 34 becas a estudiantes con destino a EE.UU. comparado con 5.745 en 2015.
Para el año académico de 2013-2014, la Universidad de Nevada, en Reno, registró un alza de 10 a 188 en las matriculas de brasileños. Pero se espera que la clase del próximo año caiga a 15.
“Tuvimos una burbuja”, dijo Susie Askew, directora de estudiantes y académicos internacionales de la universidad, añadiendo que mantendrá un ojo en su presupuesto. Los estudiantes internacionales pagan unos US$10.400 por semestre, más del triple que los de Nevada.
De todas formas, la tendencia a largo plazo es al alza, dice Daniel Obst, vicepresidente adjunto de Sociedades Internacionales del IIE. “El aumento de ciertos países suele compensar el declive en estudiantes de otros debido a fluctuaciones temporales de las divisas”, señaló.
Y no siempre las dificultades económicas llevan a los estudiantes a quedarse en su país, sino todo lo contrario, como es el caso de Venezuela, de donde provinieron 12,4% más estudiantes en el año académico 2014-2015 que en el año previo.
Los estudiantes latinoamericanos continúan expresando un fuerte interés en cursar estudios superiores en EE.UU., anota Phillipa Nuttal, directora de la oficina de IIE en Ciudad de México. “El intercambio de estudiantes en ambas direcciones también se ve reforzada por las iniciativas de gobiernos como el programa ‘100.000 Strong in the Americas’, que apunta a aumentar la movilidad educativa en el hemisferio occidental”.
Arabia Saudita, que ascendió a la cuarta posición entre los países que envían estudiantes a EE.UU., está también reduciendo los envíos debido a la caída de sus ingresos petroleros, consecuencia de un descenso de más de la mitad de los precios del crudo desde el récord alcanzado a mediados de 2014.
Los cambios relativamente abruptos “han puesto al descubierto las estrategias ingenuas de las universidades”, dijo Rahul Choudaha, presidente ejecutivo de DrEducation, una consultora de investigación en educación superior.
“No sólo va a ser perjudicial en lo inmediato sino que va doler por más tiempo”, señaló, conforme las universidades que dependían de un puñado de países deben empezar a reclutar desde cero en alternativas ya competitivas como Vietnam, México y Jordania.
El programa de becas del gobierno saudita, que lleva 11 años, envió más de 140.000 estudiantes universitarios y de postgrado al extranjero.
Después de un crecimiento constante de más de 9%, el número de estudiantes sauditas en EE.UU. se ha desacelerado significativamente y en algunos centros se ha revertido la tendencia. En abril, había 51.723 matriculados frente a 50.737 el año previo, según el programa de Estudiantes y Visitantes de Intercambio del Departamento de Seguridad Nacional de EE.UU.
En febrero, los coordinadores de las becas sauditas hicieron más estrictos los requerimientos para la financiación, incluyendo el alza de los estándares de desempeño académico, y dejaron de dar becas a estudiantes que solicitaban la ayuda después de matricularse en las universidades.
En la Universidad Estatal de Cleveland, los sauditas contribuyeron con US$7,43 millones al presupuesto total del centro educativo de US$289,1 millones. Pero las solicitudes para el próximo año académico que empieza en septiembre son apenas 27% de las 577 registradas el año pasado.
“Estoy preocupada. Reconozco que debemos diversificar [nuestras fuentes de estudiantes] mucho más”, dijo Cindy Skaruppa, vicepresidenta de servicios de matrícula. La universidad apunta a China, y considera oportunidades de reclutamiento en Corea del Sur y Abu Dhabi.
Otras universidades monitorean sus programas de inglés como una indicación de las tendencias de matrículas generales.
Catherine Dixon, directora de iniciativas globales en la Universidad del Este de Washington, dice que espera que en unos años den frutos los esfuerzos de atraer estudiantes del sudeste asiático, África e incluso Yemen e Irán. “En cinco años, espero que nuestra composición demográfica sea mucho más extendida”, señaló.