5 de abril de 2016
El Pais
Ocultación de datos, letras casi invisibles, falta de información, confusión, mensajes engañosos, datos obligatorios inciertos y datos voluntarios sin contrastar. Estas son algunas de las críticas que lanzan desde consumidores y productores agrarios contra el actual sistema de etiquetado, fundamentalmente de los productos alimenticios elaborados o preparados. De acuerdo con esta situación, desde ambas partes se reclama a las Administraciones competentes, Agricultura y Sanidad, tanto la necesidad de nuevas exigencias en el etiquetado como unos mayores controles para eliminar de los lineales los productos que induzcan al engaño a los consumidores.
Desde la Confederación Española de Organizaciones de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios, CEACCU, según los resultados obtenidos en un amplio estudio sobre el etiquetado de este tipo de productos, en el 80% de los casos analizados, la información obligatoria se relega a las partes menos visibles del envase, mientras en la partes prioritarias se colocan las informaciones voluntarias de menor importancia. Por ejemplo, si se presenta un zumo a base de concentrado, no tiene sentido que la palabra zumo se presente en unos caracteres muy superiores a la palabra concentrado. En esa misma línea, se denuncia que haya una sobreabundancia de información secundaria a base de imágenes, inconos, etc olvidando destacar lo importante para el consumidor.
Entre las carencias detectadas en el etiquetado destaca la presentación incompleta o deficiente de la denominación del producto o el tamaño muy reducido de las letras en el 62% de los productos analizados. El marcado de las fechas de envasado o de caducidad de los productos tiene, en muchos casos, una difícil lectura. En relación con la información cualitativa, las irregularidades más abundantes se concretan en destacar un ingrediente en el envase, pero no la lista completa de los mismos. En el sector de los productos lácteos, aunque la normativa no contempla la obligatoriedad de indicar los porcentajes de leche que se utiliza para elaborar un queso de mezcla, para las organizaciones agrarias Upa y Coag, se debería conocer la parte que corresponde a vaca y qué porcentaje tiene de oveja o cabra. Es algo a lo que se han resistido los industriales del ramo. En algunos envases de una de las firmas líder, García Baquero, se ha llegado a indicar simplemente que el producto contiene más leche de cabra y de oveja que de vaca.
En base a la normativa actualmente en vigor, no es obligatorio que figure en el envase en origen del producto, lo cual afecta muy especialmente a legumbres o envasados de hortalizas. Desde el sector agrario, todas las organizaciones agrarias, Asaja, Upa y Coag reclaman que sea obligatorio que figurase en lugar destacado el origen del producto para no confundir con el lugar de su envasado. Esa misma demanda la mantiene el sector especialmente para la miel donde la normativa española, a diferencia de lo que sucede en Italia, señalan desde Coag, no obliga a poner en el envase el origen concreto, sino solo señalar que se trata de un producto comunitario, no comunitario o de mezcla. Hay envases donde ni siquiera figura esa referencia, lo cual permite que miel de importación, fundamentalmente china, se comercialice masivamente en España en la gran distribución, sin que el consumidor esté debidamente informado. En el caso de la leche, uno de los acuerdos suscritos en los últimos tiempos entre el sector agrario y la Administración fue la potenciación de la oferta española figurando en el envase las siglas PLS (Producto Lácteo Sostenible). Pascual, CLas o la marca Hacendado son algunas de las pocas empresas que lo cumplen. En el ovino, es fácil diferenciar un cordero neozelandés -mucho más grande que el cordero español-, cosa que no sucede en la actualidad con el español el francés.
En defensa de mantener la actividad agraria, el sector reclama solo más transparencia e información en el etiquetado, y que elija el consumidor.