12 de julio de 2016
WIPR.com
Las mujeres que residen en las comunidades Puente de Jobos o Miramar de Guayama tienen seis veces más probabilidad de sufrir un aborto espontáneo que las habitantes en edad reproductiva del municipio de Fajardo.
Asimismo, las personas adultas que viven en Guayama tienen hasta nueve veces más predisposición a padecer bronquitis crónica que sus contemporáneos en la Tierra de los Cariduros, aunque a ambos pueblos los separen menos de dos horas de distancia en auto.
Estas y otras conclusiones trascendieron durante la presentación el pasado viernes del primer estudio epidemiológico que se haya realizado en comunidades contaminadas por la actividad industrial de Guayama.
Para el mismo laboraron durante más de un mes 27 alumnos del Programa de Maestría de la Escuela Graduada de Salud Pública, junto a los doctores Gilberto Ramos Valencia y Rosa Rosario Rosado del Recinto de Ciencias Médicas (RCM) de la Universidad de Puerto Rico.
Según expresaron, la investigación respondió a un pedido de residentes del área, quienes mostraron preocupación por las condiciones ambientales de su entorno.
En especial, por la exposición a las cenizas de la quema industrial de carbón de la planta generatriz AES, activa en Puente de Jobos desde el año 2002.
El estudio de la Escuela Graduada reflejó además otras variaciones significativas, como la prevalencia a urticarias o erupciones alérgicas en la piel.
En Puente de Jobos y Miramar, por ejemplo, la incidencia de esta condición es siete veces más alta que en comunidades similares del este del país, al tiempo que la posibilidad de padecer asma pediátrica y asma severa también es seis veces más alta en la localidad donde opera AES.
“Significativamente mayores”
“La pregunta que quisimos atender de los líderes comunitarios de Guayama era si la prevalencia de enfermedades respiratorias y de la piel eran mayores o diferentes allí, en comparación con otros sitios del país y, basado en estos datos, sí son distintos. Son significativamente mayores en gran parte de las condiciones estudiadas”, reveló el doctor Ramos Valencia, también catedrático del RCM.
Como prueba, describió que en las dos comunidades estudiadas de Guayama una de cada tres personas ha sido diagnosticada con alguna enfermedad respiratoria y una de cada cuatro con alguna enfermedad cardiovascular.
“Incluso, más de dos terceras partes de la población consideró como severa la contaminación ambiental y pobre o mala la calidad del aire”, añadió.
Según el más reciente censo poblacional, en Puente de Jobos y Miramar residen 2,481 personas. El estudio epidemiológico incluyó al azar a 276 de ellas.
Como grupo de referencia o comparación, los investigadores eligieron a las comunidades Santa Isidra y Rafael Bermúdez de Fajardo, ya que manifiestan desde similar composición social y demográfica, hasta semejantes “características de la vivienda”, explicó Israel Méndez Bermúdez, uno de los candidatos a grado de Maestría en Bioestadística y Epidemiología que participó del proyecto.
Tras la presentación de los hallazgos a La Perla del Sur y el Centro de Periodismo Investigativo, Ramos Valencia reconoció que ahora resta identificar qué factores causan la incidencia atípica de condiciones de salud en Guayama.
“Precisamente, con la presentación a miembros del Departamento de Salud Ambiental esperamos que más profesionales se puedan 'enamorar' con los resultados que hemos obtenido para darle continuidad, porque aquí hay unos hallazgos sumamente interesantes que serían de suma importancia para la comunidad de Guayama y cualquier otra expuesta, por ejemplo, a las cenizas”.
En marzo de este año, una investigación del Centro de Periodismo Investigativo y La Perla del Sur desveló cómo condiciones de salud similares afectaron a cientos de residentes de la comunidad dominicana de Arroyo Barril, destino en el que se abandonaron por cuatro años sobre 27 mil toneladas de cenizas de carbón producidas por la planta AES de Guayama.