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  Por el libro

29 de marzo de 2022

El Vocero

La inflación que ha causado la pandemia —que hoy se estima en sobre un 4.5%— seguida por la guerra entre Rusia y Ucrania, ha tenido como resultado que el dólar rinda menos, por lo que además del sector público, los empleados de la empresa privada podrían comenzar a solicitar aumentos de salario para balancear el presupuesto personal.

Así lo expuso el economista Adrián Alós, posición que contrasta con la sostenida por la economista Heidie Calero, quien entiende que el aumento salarial debe estar vinculado a la productividad.

Aumento salarial

Acorde con el economista Adrián Alós, la gestión de solicitar un aumento salarial es necesaria para que muchos empleados puedan cumplir con las responsabilidades del hogar, teniendo un ingreso que absorba el alto costo de los alimentos, productos de primera necesidad, hipoteca, préstamos y utilidades, entre otros gastos.

“Cuando no hay una inflación muy alta, los trabajadores no ven ese impacto en sus salarios —aunque su ingreso esté estancado— pero a medida que la inflación acelera, esto le pone más presión al trabajador para pedir un aumento o mejores beneficios. Si no lo hace se va a quedar corto de presupuesto”, explicó.

Expuso que el asunto se complica cuando el patrono acepta aumentar el salario, porque aunque favorece al trabajador, la empresa pasará este costo al bien o servicio que vende. Según Alós, si al aumento es menor al porcentaje de la inflación, no será suficiente para los trabajadores.

“Por ejemplo, en Estados Unidos los salarios subieron 5%, pero la inflación alcanzó un 7%. El nuevo salario se ‘come’ todo el aumento y se pierde un 2% por arriba de ese incremento, mientras que los precios van a seguir subiendo. Ese aumento en nómina debe ser por encima de la tasa de inflación”, sugirió Alós.

Aunque entiende necesario que los trabajadores ganen un sueldo que vaya de acuerdo a la inflación, también indicó que es complicado para los patronos que enfrentan costos operacionales adicionales que encarecen la producción, no solo en la Isla, sino a nivel global.

“Cuando la inflación está bajita, una compañía puede enfrentarla por unos meses y no les sube ese costo a los consumidores para mantenerse competitivo en el mercado. El problema es que si la inflación es constante y la expectativa es que siga aumentando, hay que pasarle el costo al consumidor”, detalló.

Agregó que el costo de la nómina es uno de los renglones más altos para las empresas y del que no pueden prescindir para operar. Considera que una alternativa viable para el patrono que no puede asumir el aumento al salario, puede ser ofrecer otros beneficios marginales como estrategia para retener a los empleados y ayudarlos a enfrentar la inflación.

“La compensación no necesariamente tiene que ser monetaria. Pueden ser beneficios como más días de vacaciones, planes de retiro, horarios flexibles, trabajo remoto. La inflación no parece que se vaya a resolver a corto o mediano plazo, por lo que tenemos que ajustarnos a esta realidad”, señaló Alós.

Aumento basado en productividad

La economista Heidie Calero, analiza el asunto de los salarios de manera distinta, y recomienda que la determinación de los patronos sea pensada y por una razón meritoria.

“Los aumentos deben ser conforme a la productividad y según los datos de la Junta de Planificación, en la Isla se ha estancado y está bajando. Por ejemplo, en el 2011 la productividad según el Informe Económico al gobernador, estaba en $10,153 por persona al año. Al 2020 es $9,386; bajó a 7.6%”, detalló.

Indicó que la productividad en las estadísticas más recientes del 2020, se obtiene dividiendo el producto interno bruto a precios constantes, entre el empleo total.

“Esa productividad en el 2021 no debe haber subido y ¿por qué entonces hay aumentos en salarios? Dicen que aumenta la inflación y el costo de vida, eso es cierto, pero los patronos también tienen que ver un aumento de productividad para que se compense ese salario. Eso no lo estamos viendo”, aseguró Calero.

Esta tendencia, según la economista, también aporta a que siga incrementando la inflación, ya que si el patrono concede un aumento de salario que no va acorde con la productividad, la empresa también aumentará los productos o servicios.

“Seguimos en esta espiral inflacionaria en la que nadie gana. Hay un círculo de actividad económica donde lo que pagues en salario se debe revertir en producción. Este País debe entender que está quebrado y dependiendo solamente de fondos federales. Sigue habiendo muy poca participación laboral”, puntualizó.

Insistió en que debe haber un plan de país hacia el crecimiento económico que facilite que las personas desempleadas puedan conseguir trabajo y los que quieran cambiar de trabajo puedan cambiarse a uno mejor remunerado.

También describió como incorrecto que el gobierno haya aumentado el sueldo de algunos empleados públicos con fondos federales que no serán recurrentes.

“No es un buen patrón que haya aumentos desenfrenados sin antes hacer un análisis”, subrayó Calero.

Valor del dólar

Según los datos disponibles, la última vez que el dólar ocupó su valor real de 100 centavos ocurrió en 2006 —desde entonces han pasado dieciséis años— y aunque coincide con el periodo recesionario de la Isla, no existen indicios en el corto plazo de que esta tendencia pueda cambiar.

El poder adquisitivo del dólar es la capacidad que tiene la moneda para comprar bienes y servicios, si se compara con su valor de 100 centavos en el periodo base.

El valor que tiene la moneda actúa sobre el nivel de ingreso de las personas y cuando se reduce limita el poder adquisitivo de las familias.

El más reciente informe del Índice de Precios del Consumidor, elaborado por el Departamento del Trabajo y Recursos Humanos, reflejó que el poder adquisitivo del dólar del consumidor se mantuvo en 80 centavos, de enero a febrero de 2022.

 


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