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CIUDAD DE MÉXICO.- Más allá de las redes sociales, de Google y el chat existe un río subterráneo en internet donde la economía de la ilegalidad y los bienes negros fluyen en un caudal anónimo y conviven con personas y organizaciones lícitas que no quieren reflectores: es la deep web o internet profunda.

Se trata de un inmenso flujo de información que no está indexado en los buscadores convencionales. De los cinco millones de tera-bytes que hay en la red, Google sólo tiene en sus índices 0.004% de los datos y el resto corresponde a otros estratos. Son lugares virtuales donde los usuarios están desprovistos de identidad y pueden hacer intercambios de información no apta para todos.

Los servidores del Proyecto Tor (The Onion Router) –surgido a principios de la década pasada, que pugna por internet libre y ayuda a mantener el anonimato del usuario sin revelar su ubicación– son uno de los medios preferidos por los delincuentes para hacer negocios.

“Originalmente se pensó como una herramienta para evadir filtros de censura de gobiernos, pero también en esta infraestructura se están almacenando diferentes tipos de servicios, especialmente de tráfico de drogas y de bienes digitales” dijo a ExcélsiorArmando Becerra, ingeniero en telemática y consultor en seguridad de privacidad y protección de datos del IFAI.

 

Economía anónima

Según la Asociación Mexicana de Internet, en México el mercado del comercio electrónico de bienes lícitos alcanzó un valor de 79.6 mil millones de pesos en 2012.

Pero el de ilícitos no está medido. Becerra explicó que, si bien predomina la venta de diferentes drogas, también hay una gran cantidad de servicios como hacking as a service, que incluye la venta de tutoriales especializados para fraudes bancarios, sitios de pornografía y de trata de personas, venta de entrenamiento paramilitar, elaboración de bombas, lavado de dinero e incluso asesinos a sueldo.

 Uno de estos lugares es el denominado Silk Road o ruta de la seda, especializado en la venta de estupefacientes y otras drogas, que tiene un intenso movimiento de dinero.

Según un estudio de la Universidad Carnegie Mellon, ahí se movieron  1.2 millones de dólares por mes en 2012, cifra que ha crecido gracias a la creciente popularidad de la nueva moneda virtual bitcoin, creada en  2008 como un nuevo medio de cambio virtual

Para Becerra, la ausencia de entidades económicas es otra de las ventajas para quien busca comerciar sin dejar un solo elemento visible.

“Con bitcoins se pueden hacer pagos sin que haya una institución financiera que haga seguimiento, lo que complica las cosas para las autoridades que se encargan de rastrearlo” indicó.

 Una economía paralela que se lleva a cabo en las profundidades de la red y cuyos actores principales no tienen rostro ni nacionalidad, ya que los bienes pueden producirse en un país, los intercambios celebrarse entre otras regiones y cobrarse en muchas monedas.

 

 El mal uso del anonimato

Pero el uso del anonimato con fines ilícitos no opaca el propósito con el que Tor fue creado.

Alejandro Pisanty, especialista en tecnologías de la información y presidente del Internet Society en México, explicó a Excélsior que no poseer una identidad en la red es un derecho que también debería de gozarse como se hace en un espacio físico, pues muchas de las operaciones que hacemos –como comprar un producto en un establecimiento– se hacen sin que nadie revele identidades.

 “Tor que es una herramienta concebida de manera noble y es lamentable que se utilice para fines delictivos, pero toda herramienta tecnológica engendra el riesgo de ser usada con fines negativos para la sociedad” indicó.

El pasado 6 de agosto el FBI  sacó de línea los servidores de la firma Freedom Hosting, a la que responsabiliza de alojar sitios de pornografía y abuso sexual infantil. La justicia estadunidense busca la extradición desde Irlanda de Eric Eoin Marques, acusado de distribución de esos materiales en la deep web.

 Un día después la organización Project Tor se deslindó del mal uso que se le ha dado a sus servidores, y refrendó la legitimidad del origen de sus servicios.

Pisanty recordó que movimientos como la Primavera Árabe también hicieron uso de estas herramientas.

Según el experto, mantener la identidad en secreto debe ser un derecho al utilizar espacios como la red, aun cuando algunos grupos hayan decidido hacer mal uso de ello. “El problema está en querer utilizar la regulación de la tecnología para regular la conducta, en lugar de utilizarla como un medio para su investigación”, dijo Pisanty.


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