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  Por el libro

2 de febrero de 2016

El Pais

A primera vista Ding Ning, de 34 años, era un joven empresario chino de éxito. Siempre lucía marcas de lujo y sus empleados, por insistencia del jefe, también. Pero Ding está ahora detenido como cabeza de la mayor estafa piramidal descubierta jamás en China: la Policía le acusa de haber robado más de 7.000 millones de euros a casi un millón de personas mediante un negocio de préstamos entre particulares (P2P) online.

Un total de 21 personas han sido detenidas hasta el momento. Todas ellas trabajaban en la plataforma Ezubao, que prometía réditos muy superiores a los intereses bancarios a quienes quisieran invertir en ella, según han publicado los medios oficiales chinos. Dos de ellas han admitido el fraude en confesiones transmitidas por televisión.

"Por lo que sé, el 95% de los proyectos de inversión en Ezubao eran falsos", ha sostenido Yong Lei, uno de los directivos de la compañía en Anhui —la provincia donde la plataforma tenía su sede, cerca de Shanghái— en una declaración que publica Xinhua, la agencia oficial china de noticias.

La investigación comenzó en diciembre. En ocasiones se hizo tan rocambolesca que obligó a la Policía a excavar agujeros de seis metros de profundidad durante 20 horas en busca de 80 bolsas de viaje llenas de documentos y enterradas en Hefei, la capital de Anhui. Cuando los agentes examinaron los libros de contabilidad de Ezubao, encontraron que de 207 compañías que aparecían mencionadas, tan solo una había llevado a cabo verdaderamente alguna operación con la plataforma, según Xinhua.

Aunque no se trata de la mayor estafa piramidal de la historia —la trama organizada por Bernie Madoff se hizo con 17.500 millones de euros antes de ser descubierta en 2008—, sí es llamativa la rapidez con la que se extendió el fraude, que en apenas 18 meses pudo adquirir tales dimensiones y afectó a 900.000 personas.

Ding no tenía formación alguna en el mundo financiero. Su actividad profesional había comenzado apenas salido de la adolescencia, cuando empezó a echar una mano en la ferretería de su familia en Anhui, una de las provincias más pobres de China. Cuando el comercio electrónico comenzaba a despuntar, supo ver la oportunidad y comenzó a vender productos a través de Internet.

Su éxito inicial no pudo con la competencia y centró entonces sus actividades en los préstamos a pequeña escala. Fundó entonces la empresa Yucheng, con la que dio sus primeros pasos en el sector financiero. En 2014, alentado por el éxito de los productos financieros en otras plataformas de comercio electrónico como Alibaba, creó Ezubao, especializada en los préstamos P2P.

Ezubao prometía rentabilidades del 14,6%. Música para los oídos de muchos pequeños inversores chinos, víctimas perfectas: con escasa experiencia dado lo muy rápido que ha crecido la economía del país y el volumen de ahorros disponibles. A eso hay que sumar los escasos vehículos donde colocarlos: el sector inmobiliario se enfriaba, el interés bancario era negligible y la Bolsa se convertía en una peligrosa aventura. La ignorancia y la avaricia hicieron aparecer muy atractiva una inversión que debería haber parecido demasiado prometedora para ser verdad.

Ding jugaba con las apariencias. Siempre lucía ropa de diseño y artículos de lujo. Sus empleados debían hacer lo mismo. La idea era transmitir una apariencia de éxito y riqueza desmesurada. Nombró una presidenta de Yucheng, Zhang Min, a la que compró un anillo de diamantes valorado en 2 millones de yuanes (280.000 euros). Zhang, que también ha sido detenida y ha confesado, según los medios oficiales chinos, también recibió un chalet y hasta 550 millones de yuanes en efectivo. El hermano de Ding recibió cerca de 12 millones de yuanes anuales (1,6 millones de euros).

Pero el éxito no era más que apariencia. En realidad, el dinero de los nuevos inversores que no se quedaban directamente los estafadores se destinaba a pagar las deudas contraídas con los más antiguos. Según Xinhua, a la que las autoridades chinas permitieron que hablara con Ding, Ezubao inventó proyectos inexistentes y pagó comisiones a terceros por valor de unos 90 millones de euros para que actuaran como operadores.

A finales del año pasado, la compañía calculaba que tendría que encontrar 900 millones de yuanes para hacer frente a sus pagos y esa cantidad seguiría creciendo a medida que transcurriera el año.

Las operaciones irregulares de la plataforma comenzaron a llamar la atención de la Policía entonces. A comienzos de diciembre, afirman los medios chinos, los directivos de Ezubao empezaron a destruir documentación y tratar de ocultar activos. En una investigación que requirió recuperar los movimientos de la plataforma y sus responsables en 200 servidores, el 14 de enero se producían los arrestos, dados a conocer este lunes. Según la agencia Xinhua, el Ministerio de Seguridad Pública tiene previsto crear una página web donde los damnificados por la estafa puedan registrar sus denuncias.

La falta de regulación del sector de financiación electrónica puede haber contribuido al éxito de la estafa. China cuenta con organismos de supervisión para el sector bancario, el asegurador y los valores, pero ninguno tiene entre su cometido explícito el encargarse de las operaciones financieras a través de Internet.

 


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