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Un helado es siempre un buen aliado para combatir el calor del verano, tanto en la playa como en la ciudad. Pero a veces el antojo es reprimido, porque la tan refrigerante pitanza tiene un problema: engorda. Para paliar este fastidioso defecto se han buscado soluciones como los helados sin lactosa, los sabores light, y el yogur helado. Este último en particular se está abriendo una brecha importante en el mercado, ya que, según los fabricantes, reúne todo lo que el consumidor busca: es refrescante, saludable, bajo en calorías y azucares, y se le puede dar más gustillo añadiéndole un topping. ¿Pero es verdaderamente así, o se trata de una operación de mercadotecnia?
La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha advertido que el llamado “yogur helado” o “frozen yogurt”, no es otra cosa que un helado de yogur, al igual que el de chocolate o de fresa. La organización ha señalado que estos productos contienen un alto porcentaje de azúcares y grasas saturadas en comparación con un yogur normal. El informe, sin embargo, señala que el valor nutritivo varía según la elaboración: cuando el consumo es inmediato (tiendas especializadas), el producto es más parecido a un yogur normal que cuando es congelado (venta en supermercados). Pero en todos los casos, un yogur natural sin azúcar tiene la mitad de calorías, señala el informe.
Si los consideramos helado, sus cantidades de azúcar y grasas saturadas no tienen nada de raro”
La organización ha presentado los valores nutricionales de los productos de ocho marcas (Yogoo, Yolado, La Sirena, Hacendado, Smöoy, La Yoghourtería Danone, Llaollao, Ö!Mygood), y ha llegado a las siguientes conclusiones: el azúcar y las grasas contenidas en estos productos son muy superiores en cantidad que las de un yogur, tienen grasas poco cardiosaludables y las bacterias lácteas presentes son muy bajas. “Si los consideramos helado, sus cantidades de azúcar y grasas saturadas no tienen nada de raro”, concluye el informe.
La diferencia entre los productos de hipermercados y los de los comercios a pie de calle es evidente. Yogoo, de la marca Frigo, es el que más grasa contiene: un 10%. Las demás rondan entre un 7 y un 8%, contra el 0,5 – 2% de los yogures helado de franquicias como Llaollao o Ö!Mygood. Sin embargo, la OCU recuerda que estos datos cambian cuando se les añade un topping, que puede ser tanto de frutas, frescas o secas, como de chocolate, caramelo o dulce de leche, entre otras.
Es un helado con sabor a yogur, pero si se sigue una dieta mediterránea es un alimento que se puede tomar tranquilamente"
Una nutricionista de la oficina de atención al consumidor de Danone, que elabora los productos de Yolado y Yoghurtería Danone, asegura que sus preparados parten de la base de su yogur Activia, que las calorías dependen del topping, y que la principal diferencia entre el producto de hipermercado y de tienda está en que el primero es congelado y el segundo está pensado para un consumo directo. Desde la sede de Llaollao, explican que se trata de yogur helado, porque, aseguran, "el helado de yogur presenta un aditivo que le da sabor".
Sin embargo, la nutricionista y endocrinóloga Pilar Riobó confirma que “los datos de la OCU son ciertos”. “Tienen más azúcar, el tipo de grasas no es de lo mejor, porque son saturadas, y el contenido de bacterias saludables en los helados es menor porque está congelado. […] No es un yogur tal cual”, explica, "pero tampoco pasa nada". Lo que asegura es que el alimento de las tiendas especializadas sí se parece más a en los valores nutritivos a un yogur, que, si no es desnatado, puede llegar a tener hasta el 3% de grasas.
Riobó, sin embargo, sostiene que el llamado yogur helado no se trata de un alimento dañino para la salud, porque "aporta energía, algo de proteína y calcio": "Es un helado con sabor a yogur, pero si se sigue una dieta mediterránea no pasa nada, es un alimento que se puede tomar tranquilamente".
Hispanos aplazan compra de vivienda en EEUU
La recuperación del mercado de la vivienda, que han venido pregonando durante los últimos meses las autoridades económicas, no alcanza aún a los hispanos en Estados Unidos.
Todo indica que se requiere de más tiempo para que los hogares de esa comunidad se animen y los hispanos puedan convertirse en propietarios de una vivienda.
Según la Oficina del Censo de Estados Unidos, adscrita al Departamento de Comercio, "el índice de propiedad de la vivienda cerró el segundo semestre en 45,9% para el segmento de hispanos". En otras palabras, por cada 10 hogares hispanos, menos de la mitad tienen casa propia actualmente.
Esa cifra resulta casi 20 puntos inferior al índice general de propiedad de vivienda en toda la Unión Americana, que cayó en junio a 65%, desde 65,5% observado en marzo por el Departamento de Comercio.
El nivel de propiedad de vivienda que tienen actualmente los hispanos en Estados Unidos es similar al que tenían en 1999, de manera que el retroceso es de casi 15 años por cuenta de la crisis económica que, en la práctica, sigue afectando a los hogares latinos.
El pico más alto alcanzado en las dos últimas décadas, en términos de propiedad de vivienda, se observó en junio de 2006, cuando del 50% de los hogares de hispanos eran propiedad de sus ocupantes.
"Pienso que el principal factor (en la reducción de la tasa de propiedad) es la cantidad de familias que perdieron sus hogares con el problema que hubo de la burbuja inmobiliaria", dijo vía telefónica a la AP el corredor de bienes raíces Constantino Trimarchi, propietario de VendoCasaEnFlorida.com, en la ciudad de Orlando.
Desde de que se destapó la crisis del mercado hipotecario en septiembre de 2008, se han completado 4,5 millones de ejecuciones hipotecarias, según cifras de CoreLogic, firma privada de análisis y estadísticas financieras que frecuentemente es citada en informes de la Reserva Federal (FED, por las siglas en inglés).
No se sabe oficialmente cuántos de esos deudores que tuvieron que devolverles su vivienda a los bancos son hispanos, pero lo que sí se sabe es que el mayor número de ejecuciones ha tenido lugar en los estados de mayor población hispana.
Florida, California, Texas y Nueva York están entre los estados donde más ejecuciones hipotecarias se han dado.
Pero los afectados con la entrega de la vivienda tienen que conseguir un techo bajo el cual vivir.
"Tengo muchos clientes que están rentando, pensando en comprar (casa) en el corto plazo (entre uno o dos años), a medida que vayan haciendo crédito y eliminando el problema de foreclosure (ejecución hipotecaria) que pudieron tener en el pasado", comentó Trimarchi.
Es tal el volumen de personas que han perdido sus viviendas y han tenido que regresar a una vivienda rentada, que la oferta mantiene la tendencia a la baja desde 2009 cuando el porcentaje de viviendas vacantes para arrendamiento era del 11,1%, según la Oficina del Censo. En junio ese rango bajó a 8,2%.
"En mi caso, no tengo buen crédito porque tuve que entregar mi casa, estoy viviendo en una más nueva que la que yo tenía y más grande por 200 dólares menos. Por ahora ni puedo, (por la baja calificación de crédito) ni quiero comprar. No sabemos qué vuelva a pasar con la economía en el futuro", comentó vía telefónica Herman Carrillo, de 45 años que vive en el área de Margate, Florida, y trabaja conduciendo un camión de una empresa privada de correo.
La tendencia a la pérdida en la tasa de propiedad por parte de los hispanos no parece mostrar signos de que cambiará muy pronto.
Los datos de CoreLogic muestran que al cierre del primer semestre de 2013 había 2,2 millones de hipotecas con "serios niveles de morosidad" (90 ó más días sin pagar la hipoteca).
También los estados con mayor cantidad de hipotecas en serias dificultades de pagos son los de mayor presencia hispana: Florida, Nueva Jersey, Nueva York, Nuevo México, California y Texas, según se evidencia en las cifras de CoreLogic.
Tres elementos básicos llevan a concluir que el índice de propiedad de los hispanos seguirá retrocediendo: Los niveles de desempleo que golpean al 9,1% de los hispanos (unos 3,4 millones, según la Oficina de Estadísticas del Departamento del Trabajo de Estados Unidos), un aumento en las tasas de interés y las dificultades para conseguir créditos, porque los requisitos son más exigentes después de la crisis.
Sin embargo Trimarchi, el asesor de finca raíz, no baja la guardia y mantiene su optimismo sobre lo que ocurra en los próximos dos años, especialmente si hay noticias positivas en cuanto a la reforma a las leyes de inmigración.
"Por supuesto que la situación migratoria afecta a quienes quieren comprar, y su estatus no los ayuda, ya que no tienen acceso a un crédito. Pienso que la reforma en progreso ayudará al incremento de (los índices de propiedad de la comunidad de hispanos)", dijo Trimarchi.
Hacia finales de 2012 unos 6,7 millones de hogares hispanos tenían vivienda propia, según estadísticas del informe "Estado de la Propiedad de Vivienda Hispana", de la Asociación Nacional Hispana de Profesionales de Bienes Raíces (NAHREP, por las siglas en inglés)