6 de septiembre de 2011
El Vocero
El efecto de la recesión económica que ya supera los 60 meses en Puerto Rico ha tenido su mayor impacto sobre una clase social que hace malabares para sostener su "estatus", mientras cada vez se reduce más. El economista José J. Villamil, destacó que el nivel de desigualdad entre clases sociales ha continuado en aumento, mientras la distancia entre los que generan altos ingresos y los que tienen bajos ingresos es cada vez mayor. (EL VOCERO / ARCHIVO) Al perder salarios considerables y aumentar el costo de vida en todos los renglones, la clase media ha perdido poder adquisitivo y en muchas ocasiones rechaza regresar a niveles económicos superados, lo cual la hacen mantener la apariencia de que su entorno económico transcurre más o menos igual. Sin embargo, según economistas y sociólogos entrevistados, tal nivel de vida o "de apariencia" no se sostiene por mucho tiempo. En Puerto Rico la llamada clase media tradicionalmente se ha formado en torno a las imágenes que promueve la sociedad de consumo, más allá de ser un sector que amasa cierta fortuna. Salarios razonables y el acceso al crédito habían sido los denominadores comunes de este sector, que de acuerdo con algunos estudiosos está compuesto por unas 130,000 a 160,000 familias. ésta la integran principalmente padres y madres solteras, y en matrimonio, donde ambos trabajan como empleados asalariados con ingresos promedio de $50,000 anuales. éste es el grueso de las personas que rinden planillas de contribución sobre ingresos y que no cualifican para recibir ayudas del Estado. Por lo general son profesionales, destacados en los sectores de servicio, con amplia fe en la educación como medio de ascenso social y con una visión optimista de la economía. No obstante, esta realidad ha cambiado. La prolongada recesión, la pérdida de miles de empleos, el crecimiento de trabajos con salarios menores y la limitación al crédito, han debilitado la actividad general de la clase media en la vida económica de la Isla. El efecto se nota en el bajo consumo de productos y bienes en la categoría económica de dicha clase, y en el cierre de establecimientos que atendían principalmente a este sector. Basta mencionar la desaparición de supermercados, mueblerías, tiendas de ropa y de zapatos, entre otras, cuyos precios no conquistaban a las clases altas y no necesariamente estaban al alcance de los más pobres. Igualmente han reducido la compra de viviendas, tardan más en cambiar el auto, compran menos seguros y las frecuentes salidas a comer se han convertido en un lujo, sino en algo prohibitivo. El director de investigaciones del Centro para la Nueva Economía (CNE) y doctorado en Sociología, Harold Toro, explicó que ante una prolongada economía en recesión no es de extrañar la resistencia de la denominada clase media, sobre todo la negación a perder bienes y nivel de vida logrados a fuerza de trabajo por tantos años. Toro explicó que en Puerto Rico, a simple vista, no existe una diferencia tan marcada entre las clases sociales y se tiende a confundir la clase media con el nivel de consumo. Dijo que esto es un error, ya que el consumo se utiliza para proyectar estatus social. Por su parte, el economista Santos Negrón definió a la clase media como una vulnerable, a la cual cada día se le hace más difícil sostener y defender sus hábitos y estilos de vida, que carga con sus contribucciones sobre ingresos las ayudas del gobierno a otros sectores de la población. Negrón fue enfático al decir que es un segmento que está atrapado, que aunque posee un ingreso un poco más alto que el promedio general, el mismo ya no les permite costear las necesidades y los hábitos a los que por años ha estado acostumbrado. El economista mencionó que anteriormente para sostener ese estilo de vida recurrían a un segundo empleo o al crédito, estrategias que actualmente no son viables porque no hay más empleos y el crédito apenas está accesible. "Ante esta realidad, donde esa clase media está perdiendo la capacidad de sostenerse, donde se cierra la posibilidad de otro ingreso, se encuentran cercados, ya que no pueden recurrir a las ayudas gubernamentales pero tampoco pueden costear sus estilos de vida. Es una población que está atrapada en la imagen o el orgullo por el trabajo que realizan y que entienden merecen una mejor calidad de vida, por lo que se niegan a retornar a los niveles antes superados", afirmó Negrón. Comentó que la clase media hace ajustes para mantener un nivel de vida "aceptable" y en muchas ocasiones esto los hace vivir de apariencias. Al respecto, el economista y catedrático Jaime Benson, indicó que la estrategia de mantener un estilo de vida basado en crédito y deudas no dura mucho. "Podrán mantenerla por un tiempo limitado, pero después caen en la triste realidad de perder lo que les llevó años construir, que es lo que se está viendo diariamente. Están perdiendo casas, autos, mobiliario, botes y otro grupo de activos. La realidad es que esta situación no es sólo de Puerto Rico, está sucediendo a nivel mundial", puntualizó. Negrón declaró que por sobrevivir "al filo", con un mínimo de ahorro, el otro problema es que en la actualidad es poco lo que pueden hacer para garagtizar su retiro. "Están viviendo del día a día y de cheque a cheque. En torno al futuro inmediato veo una clase atrapada que deberá continuar mermando y no se recuperará hasta que se desarrolle en la Isla capacidad económica capaz de generar empleos", destacó. Según Benson, estamos ante un proceso gradual de contracción, donde aumenta el desempleo, y proliferan empleos precarios temporeros o a tiempo parcial y sin ningún beneficio marginal. El gasto mayor de las personas tienen que invertirlo en salud, educación, vivienda y alimentación. Para el economista, la reforma contributiva recién implantada en la Isla es un paso en la dirección correcta, ya que entiende es la primera medida que le devuelve algo a esa clase media que por años ha asumido la carga contributiva del país. Benson aclaró que no se trata de un problema de la Isla, y ocurre en todos los países desarrollados, que ofrecen empleos menos remunerados para reducir costos y poder competir con países emergentes como China e India. Mientras tanto, para el economista José J. Villamil, el nivel de desigualdad ha continuado en aumento, mientras la distancia entre los que generan altos ingresos y los que tienen bajos ingresos es cada vez mayor. Entiende, que la situación se agudizará en la medida que los jóvenes con altos ingresos emigren en busca de mejores oportunidades y entonces regresen a la Isla personas mayores en edad con ingresos más bajos. Planteó que la gran dificultad también es el patrón de una economía impulsada por el consumo y no por la producción. Villamil dijo que ante esta situación, hay muchas personas que han emigrado del sector formal a la economía informal para mantener sus estilos de vida, lo cual acarrea otras implicaciones de carácter legal y social. Esto, a su vez, hace que en Puerto Rico la pobreza no sea tan visible al resultar disfrazada por las transferencias de ayudas federales y por la economía subterránea.