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  Por el libro

24 de agosto de 2011

El Nuevo Dia

El zafacón de Doris Vázquez se tragó ayer gran parte de los alimentos que hace apenas unos días había comprado en el supermercado.

Después de 48 horas sin luz por los estragos causados por el paso del huracán Irene por Puerto Rico, el olor al abrir su nevera anticipaba que las carnes y productos lácteos que allí guardaba ya estaban descompuestos.

"Tratamos de dejar la nevera sin abrir para que conservara el friíto, solo sacamos lo que hicimos en el BBQ, pero ya tenemos que botar la comida está descompuesta", dijo resignada Vázquez quien junto a su esposo reside en un edificio multipisos de la Avenida Laguna en Carolina.

Vázquez como cientos de miles de abonados de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) están sin energía desde la madrugada del domingo cuando paso Irene por la Isla.

A pesar de que el Gobierno decretó que ayer el país debía comenzar a volver a la normalidad, la mujer y sus vecinos esperaban ansiosos porque les llegará la luz para poder continuar con su cotidianidad.

"Aquí no podemos tener ni siquiera una planta", dijo Vázquez al explicar que la Ley de Propiedad Horizontal les exige un generador por cada módulo de apartamentos, lo que resultaría muy costoso para los residentes.

950,000 sin luz

Pero más allá del inconveniente de carecer de luz para las labores cotidianas o para darse un bañito caliente, Vázquez reciente la perdida económica que esto significa en el ingreso familiar.

"Yo estoy retirada, mi esposo recibe el Seguro Social y los gastos de comida son pérdidas si no los consumimos. Es una pérdida con la que no estábamos contando, y duele", dijo la mujer quien hace unos años que regresó de EE.UU. para pasar en la Isla sus años de retiro.

Se estima que cerca de 950,000 abonados, de los 1.5 millones que tiene la AEE, se quedaron sin luz durante este evento atmosférico. De acuerdo con la agencia ayer en la tarde el 82% del total de clientes habían recuperado el servicio. No obstante, los sistemas están tan inestables que las continuas lluvias y vientos volvían a dejar sin luz sectores que ya habían sido energizados.

Según un estimado realizado por el economista José Alameda, estos dos días sin el servicio eléctrico pueden haberle costado a los ciudadanos cerca de $1.6 millones, solo en los comestibles que se pudieron haber dañado como consecuencia de la falta de luz.

Mientras Vázquez añora porque regrese pronto la energía a su casa, da gracias a Dios de que "por lo menos el servicio de agua potable no se ha visto afectado".


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