25 de julio de 2011
La Opinion
WASHINGTON, D.C.— Por primera vez, el presidente Barack Obama reconoció ayer la posibilidad de que Estados Unidos se declare en moratoria de sus obligaciones financieras. "Si entramos en moratoria, entonces vamos a tener que hacer ajustes", advirtió Obama en una conferencia en la Casa Blanca, organizada a toda prisa. Pero minutos después, el mandatario dijo que seguía confiando en que el límite de la deuda nacional se extenderá. "No entraremos en impago. Confío en eso", señaló. Hasta ahora, el presidente nunca había expresado dudas de que el liderazgo bipartidista en el Legislativo cumpliría con el plazo del 2 de agosto para elevar el tope de la deuda y evitar que el país se declarara en moratoria, una decisión potencialmente calamitosa que nunca ha tomado en su historia. Obama pidió a los líderes del Congreso reunirse el sábado por la mañana en la Casa Blanca, con el objetivo de discutir un posible acuerdo para incrementar la capacidad de deuda de la nación. Obama convocó al encuentro después de que el líder de la Cámara de Representantes, John Boehner, dijo al mandatario que abandonaría las conversaciones. Más tarde, Boehner dijo que fue Obama quien puso fin a las conversaciones, al alterar las metas y exigir 400,000 millones de dólares en aumentos de impuestos, además de 800,000 millones en ingresos que se hubieran recaudado mediante una reforma amplia del código fiscal. No obstante, el republicano Boehner dijo que asistirá al encuentro del sábado en la residencia oficial. Obama dijo que se reunirá con Boehner, con el líder republicano del Senado, Mitch McConnell, con la dirigente de la bancada demócrata en la Cámara Baja, Nancy Pelosi, y con el líder demócrata del Senado, Harry Reid. El mandatario reconoció que el tiempo se agota para llegar a un acuerdo antes del 2 de agosto, a fin de evitar el impago. Horas antes, Obama había intentado presionar a los republicanos en la Cámara Baja para llegar a un acuerdo. Recordó que Estados Unidos nunca se ha declarado en mora de pagos y no lo hará ahora. "Estados Unidos de América no huye sin pagar la cuenta. Pagamos nuestras facturas. Cumplimos nuestras obligaciones", insistió Obama en una sesión de preguntas y respuestas en la Universidad de Maryland, en College Park. Tras asumir que un sector del público estadounidense y muchos legisladores están de acuerdo con su enfoque de aumentar los impuestos y reducir el gasto, el presidente dijo que "a las únicas personas que nos falta convencer son unos señores en la Cámara de Representantes y vamos a seguir trabajando en ello". Los republicanos de la Cámara Baja se han negado a elevar los impuestos, y algunos demócratas temen que Obama ceda y acepte un acuerdo que sólo contenga una reducción del gasto público. Empero, el mandatario insistió que es necesario incluir los impuestos en el trato. "Si lo lográramos sólo mediante la reducción del gasto, si no conseguimos ingresos adicionales para cerrar el desfase entre cuánto dinero está entrando y cuánto saliendo, mucha gente común y corriente va a salir perjudicada al igual que el país en su conjunto y ello carece de sentido. No es justo", insistió Obama. Dijo que está dispuesto a reducir el gasto público en materias donde no quiere hacerlo —incluyendo el Medicare, el seguro médico de los jubilados, y en defensa_, por lo que otros también deben ceder. "No se trata de castigar a los que más tienen; se trata de pedir a la gente que más se benefició en la última década que comparta el sacrificio", afirmó el presidente, e insistió que su posición "no es una exagerada posición socialista; es la posición adoptada por gente de ambos partidos y la que no tiene partido". El encuentro de Obama el viernes con un público preseleccionado fue el primero de este mes fuera de la "burbuja" de la Casa Blanca, como suele definir a la mansión presidencial, donde ha mantenido negociaciones casi diarias con los legisladores para poder ampliar la capacidad de endeudamiento de Estados Unidos.