18 de julio de 2011
El Nuevo Dia
Uno de los temas más difíciles para tratar en pareja es el dinero, por eso no me sorprende que aparezca como una de las causas principales de las rupturas matrimoniales. Cuando uno se une a otra persona, ya sea que se casen o no, cada uno trae a la relación de convivencia sus costumbres y manías que ha ido acumulando a lo largo de los años (como dejar el asiento del inodoro levantado o dormir con el televisor prendido). Es lo mismo en el aspecto económico, ya que el manejo que le damos al dinero está influenciado por muchas cosas, como la crianza, la posición económica y hasta el temperamento. "La gran mayoría de las veces las parejas tienen estilos bien diferentes de manejar el dinero", comenta Kurt Schindler, planificador financiero y vicepresidente de Finanzas en Tus Manos de Banco Popular. Partiendo de esta premisa (y de que ya hubiesen discutido el tema antes de casarse o convivir), no hay razones para frustrarse si tú eres bien comedida con el dinero y tu pareja es más liberal en los gastos. Lo importante es que mantengan una comunicación abierta y dispuesta a negociar para que ninguna de las partes se sienta perdedor todas las veces. En el proceso de hacer un presupuesto, Kurt aconseja que cada cual haga una lista separada de los gastos que deben hacer y los que quieren hacer, y luego se sienten a unirlas y negociar. Incluso aquellos renglones indispensables, como casa, comida, ropa y transporte pueden tener grandes diferencias. Pero evita juzgar los gastos y prioridades de tu pareja. Quizás tú puedas vivir con un celular básico, pero para tu otra mitad sea fundamental tener un plan de data con internet. Ahí es que entra la negociación. El planificador financiero enfatiza que este ejercicio se tiene que repetir con frecuencia, porque las prioridades y las necesidades cambian, incluso, de mes a mes. Modelos de pareja Hay tres modelos que utilizan la mayoría de las parejas para manejar sus finanzas, cada uno tiene sus ventajas y desventajas, por lo que les toca a ustedes evaluarlos y decidir el que más les conviene. Ahora, si uno de ustedes admite que es un botarata, quizás sea una buena idea que no tenga acceso ilimitado a los fondos de la familia para evitar que gaste de más. 1. Todo en un pote: Con este modelo, la pareja tiene todas las cuentas en común, esto incluye las tarjetas de crédito. "Es el más llevadero si los dos tienen perspectivas similares respecto a las finanzas", dice Schindler. "Hay que tener confianza plena en que la pareja va a ser considerado en sus gastos". El planificador comenta que la ventaja de este régimen es que se tiene un conocimiento pleno de las finanzas familiares y es más fácil cuadrar las cuentas. La desventaja es que si no se ponen de acuerdo pueden descuadrar la chequera y que le reboten los pagos. Otro elemento que puede ser ventaja o desventaja, dependiendo de quién lo mire, es que con este modelo todo es transparente. Tu pareja se entera de cada retiro de efectivo y cada transacción. 2. Juntos, pero no revueltos: Este régimen puede ser tan simple como una cuenta para los gastos comunes y dos cuentas individuales, o tan complicada como una madeja de cuentas de cheques, ahorros y tarjetas de crédito conjuntas e individuales. Otra vez, eso depende de lo que les funcione. En teoría, se establecen los gastos familiares y cada uno deposita cantidades iguales o proporcionales de su salario. Y se quedan con el resto. El reto es decidir qué será un gasto familiar. Schindler señala que los que favorecen este modelo sienten que no pierden su independencia económica. Aunque, aclara, que cuando la gente se casa pierde su independencia de todas maneras porque tiene que responder a ciertas obligaciones familiares. Los que siguen este modelo financiero deben tener un alto nivel de compromiso para no excederse en los gastos personales o endeudarse, ya que eso terminará afectando como quiera a la familia. 3. Lo mío y lo tuyo: Si están casados, este régimen suele estar acompañado de capitulaciones, especialmente si es el segundo matrimonio y hay hijos de las relaciones previas. Estas parejas lo que hacen es dividirse los gastos de la casa, en partes iguales o proporcional a los ingresos de cada uno (el que gana más, paga más). Y el resto sigue operando como cuando eran solteros. Schindler señala que es difícil mantener este régimen porque siempre hay gastos que no se pueden dividir, especialmente cuando hay hijos. "El matrimonio no se trata solo de amor, sino que también es económico. Siempre hay gastos comunes", apunta el planificador. Si tú y tu pareja eligen este modelo financiero, ya sea por necesidad o por preferencia, tengan presente que la comunicación tiene que ser constante para evitar malos entendidos. El compromiso también tiene que estar presente, ya que si dejas de pagar la luz por comprarte una cartera nueva o unos protectores para los asientos del carro, vas a dejar a toda la familia a oscuras.