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  Por el libro

23 de junio de 2011

El Nuevo Herald

LOS ANGELES -- La culpa es de las papas fritas. Son el mayor demonio detrás de ese par de kilos de más que afectan cada año a muchos de nosotros, de acuerdo con un estudio sobre la dieta. Más que las bebidas gaseosas, las golosinas y el helado.

Y la razón es, en parte, ese viejo cliché de la publicidad: no se puede comer sólo una.

"Son muy sabrosas y tienen una textura muy buena. Las personas no suelen comer una o dos papas. Se comen un paquete entero", dijo el médico experto en obesidad F. Xavier Pi-Sunyer, del hospital St. Luke's-Roosevelt de Nueva York.

Lo que comemos, y cuánto comemos, tiene mucho más impacto que el ejercicio y la mayoría de los otros hábitos con respecto al aumento de peso en el largo plazo, de acuerdo con el estudio realizado por científicos de la Universidad de Harvard. Es el vistazo más completo hasta ahora sobre el efecto de alimentos particulares y las decisiones de estilo de vida como el tiempo de sueño y dejar de fumar.

Los resultados se encuentran en la edición del jueves del New England Journal of Medicine.

Los problemas de peso son una epidemia. Dos tercios de los adultos estadounidenses tienen sobrepeso o son obesos. La obesidad infantil se ha triplicado en las últimas tres décadas. Los kilos con frecuencia se acumulan gradualmente durante décadas, y muchas personas luchan contra el aumento de peso sin darse cuenta de qué lo está causando.

El nuevo estudio señala que la elección de alimentos es la clave. El mensaje: Comer más frutas, verduras, granos integrales y nueces, y reducir el consumo de papas, carnes rojas, dulces y refrescos.

"No hay una varita mágica para controlar el peso", dijo uno de los jefes del estudio, el doctor Frank Hu. "La dieta y el ejercicio son importantes para prevenir el aumento de peso, pero la dieta desempeña claramente un papel más importante."

Los médicos analizaron los cambios en los hábitos de dieta y estilo de vida de 120.877 personas a través de tres estudios médicos de larga duración. Todos eran profesionales de la salud y no eran obesos al comienzo. Su peso se midió cada cuatro años durante dos décadas, y ellos detallaron su dieta en cuestionarios.

En promedio, los participantes aumentaron cerca de ocho kilos (17 libras) durante el período de 20 años.

Para cada período de cuatro años, la elección de alimentos contribuyó con cerca de 2 kilos (4 libras). El ejercicio, para los que lo practicaron, rebajó menos de un kilo (2 libras).

Las papas fritas fueron el mayor culpable de los aumentos. Cada dosis diaria de 28 gramos o una onza (unas 15 papas fritas y 160 calorías) lleva a un repunte de 0,77 kilos (1,69 libras) en un lapso de cuatro años. Eso es en comparación con golosinas y postres, que añadieron 0,19 kilos (0,41 libras).

En el caso de otros tipos de papas que no son precisamente papas fritas de paquete, el aumento fue de 0,58 kilos (1,28 libras). En ese grupo, las papas a la francesa fueron peores para la cintura que las papas hervidas, horneadas o en puré. Esto se debe a que una porción de papas a la francesa grande contiene entre 500 y 600 calorías, mientras que una porción de papa horneada contiene 280 calorías.

Las bebidas gaseosas agregan medio kilo (una libra) cada cuatro años. Comer más frutas y verduras y otros alimentos sin procesar llevaron a un menor aumento de peso, probablemente debido a que son ricos en fibra y hacen que la gente se sienta más llena.

Para cada período de cuatro años, estos factores tuvieron los siguientes efectos en el peso:

- Una bebida alcohólica al día, un aumento de 0,19 kilos (0,41 libras).

- Ver una hora de televisión al día, un aumento de 0,14 kilos (0,31 libras).

- Haber dejado de fumar recientemente, un aumento de 2,27 kilos (5 libras).

Las personas que dormían más o menos de entre seis y ocho horas por noche aumentaron más de peso.


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