15 de junio de 2011
Reuters
NUEVA YORK (Reuters) - Los médicos estadounidenses recurren demasiado rápidos a sus recetarios, según un informe que les insta a pensar más en los efectos secundarios y en alternativas a los medicamentos. Casi la mitad de todos los residentes en Estados Unidos han utilizado al menos una receta médica durante el mes pasado, según el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de EEUU, y los expertos dicen que la prescripción médica excesiva se ha disparado. "En lugar de los últimos y los mejores, queremos menos fármacos y más probados", dijo Gordon Schiff, subdirector del Centro de Investigación y Práctica en la Seguridad del Paciente del Hospital Brigham and Women en Boston, una organización sin ánimo de lucro que estudia la forma de mejorar las prácticas saludables en la atención sanitaria. "Estamos intentando fomentar una forma distinta de pensar en esto", añadió el informe, publicado en la revista Archives of Internal Medicine. El hecho de que se receten medicamentos de forma generalizada supone que hay más gente expuesta a efectos secundarios, a veces letales, sin los beneficios que justificarían dichos riesgos. Pero muchos médicos son rápidos recetando, en parte porque tienen un tiempo limitado para atender a cada paciente o porque ellos y sus pacientes han sido bombardeados con anuncios procedentes de la industria farmacéutica. "A menudo lo que realmente les causa la molestia no se cura con una pastilla, sino a través de ejercicio, fisioterapia o con cambios en la dieta", dijo Schiff. Sin embargo, "no hay representantes farmacéuticos que vengan a mi oficina a convencerme de eso". En un editorial en la misma revista, investigadores describen cómo los analgésicos opioides como Vicodina y Paracetamol se han hecho cada vez más comunes sin pruebas sólidas de que ayuden a los pacientes a largo plazo. Pero solo en 2007 hubo cerca de 11.500 muertes relacionadas con la prescripción de opioides, "un número mayor que el del conjunto de muertes por heroína y cocaína", según los investigadores. Cada año se expiden unos 4 millones de recetas para opioides de acción prolongada, con efectos secundarios que van desde la adicción al estreñimiento o el insomnio. Schiff y sus compañeros instan a los doctores a pensar más allá de los medicamentos y a recetar los nuevos con mucha más cautela, dado que cuando la nueva medicina llega al mercado normalmente sólo se ha probado en unos pocos de miles de pacientes, con frecuencia más jóvenes y saludables de los que ven los médicos. También está el riesgo de posibles interacciones entre fármacos. Más de un tercio de las personas mayores de 60 toman cinco o más medicamentos, y el número de recetas sigue aumentando. Los médicos dicen que es muy difícil obtener una información objetiva sobre los medicamentes, haciendo un llamamiento a la Dirección de Alimentos y Medicamentos de EEUU, que aprueba los nuevos fármacos, para que publique resúmenes simples sobre ellos. Schiff dijo que los pacientes también juegan un papel. "Los pacientes también necesitan hacer preguntas críticas y escépticas. Deberían conocer los efectos secundarios que tienen los medicamentos que están tomando y estar atentos a ellos", apuntó Es estudio de Schiff fue financiado por subvenciones del gobierno para apoyar la educación de los consumidores y la investigación de calidad en la atención sanitaria.