1 de junio de 2011
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Los soleados valles andaluces han hecho de España el primer productor mundial de aceite de oliva, pero desde hace algunos años, los agricultores se quejan de la caída de los precios, que no logran estabilizar. En el pueblo de Jimena, rodeado de colinas llenas de olivos, Manuel Alfonso Torres González, gerente de la fábrica familiar La Purísima, nacida en 1893, echa cuentas: "el precio medio del kilo de aceite de oliva es de 1,80 euro, hace cuatro años era de 2,60 euros". "Los costes de producción medio del olivar tradicional, que es el que más cuenta en España, son de 2,40 euros, así que estamos con pérdidas de 60 céntimos por kilo de aceite, eso es terrible", añade José María Penco, ingeniero de la Asociación Española de Municipios del Olivo. En esta época del año, la recogida de aceituna en la región, que suministra el 80% del aceite español, ya ha terminado. Ahora sólo pequeños puntos verdes adornan estos árboles, a veces centenarios, dejando adivinar la próxima recogida en octubre. Un "oro verde" cuyo consumo está en pleno auge, generando en estos últimos años un frenesí alejado de la burbuja inmobiliaria que arrasaba en el resto del país: "Aquí, en vez de construir casas, hemos puesto árboles", resume con una sonrisa Enrique Delgado, secretario general de la Federación Española de Industriales Fabricantes de Aceite de Oliva. El país suministra el 50% del aceite de oliva mundial, un punto fuerte en sus exportaciones. "Hace 10 años, España producía 700.000 toneladas por año, ahora 1,4 millones", de las que 800.000 parten al extranjero, dice Torres. Unos 200.000 productores y 300 pueblos viven de esta actividad, así que "esta bajada de precios que vivimos en los últimos dos años tiene gran consecuencia en la economía andaluza, sobre todo teniendo en cuenta el alto nivel de paro en la región", casi un 30%, subraya Manuel Parras Rosa, rector de la Universidad de Jaén. El sector cuenta con "1.700 productores y solamente 5 distribuidores", destaca Penco, lo que ha creado "un desequilibrio muy grande y eso hace que presione los precios hacia la baja". Como es un ingrediente sagrado de la cocina nacional, "para atraer al cliente están utilizando el aceite de oliva como producto gancho", imponiendo tarifas siempre menores, un fenómeno acentuado en tiempo de crisis. Esta crisis económica, de la que España está saliendo a duras penas también afecta a los productores: "me confían sus olivas para que produzca el aceite y me piden guardarlo hasta que los precios suban de nuevo", afirma Torres, mostrando sus cubas en acero inoxidable. "Pero cuando tienen que pagar los créditos, me llaman y quieren venderlo todo en 24 horas": los bancos rechazan dar más prórrogas o nuevos créditos, los productores no tienen más elección que ceder su aceite a bajo precio para financiarse. Para resistir mejor, habría que "concentrar la oferta en grandes cooperativas", afirma Rafael Sánchez de Puerta, presidente de la Federación Andaluza de Cooperativas Agrícolas, quien asegura que "estamos trabajando en constituir estos grandes grupos pero es un trabajo muy lento". Torres, por su parte, ve la solución en sus jóvenes olivos: acercados unos a otros para aumentar la producción, han sido plantados para que puedan adaptarse perfectamente a la recogida por medio de máquinas. "Es importantísimo para ser competitivo bajar los costes", dijo, iPad en mano, combinando su trabajo de agricultor con la redacción de una tesis sobre la viabilidad económica del aceite de oliva. Este sistema intensivo, ya adoptado por países competidores como Chile, Marruecos o Australia, pero solamente por un 25% del sector español, "produce aceites a precios de 1,50-1,60 euro por kilo", asegura Penco, por lo tanto "incluso a estos precios tan bajos, sí que es rentable".