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  Por el libro

13 de mayo de 2011

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Como consecuencia de la furia de los estadounidenses frente a los exorbitantes precios de la gasolina y los recortes de impuestos para las grandes empresas petroleras, una comisión clave del Senado estadounidense llamó al banquillo a cinco ejecutivos de esas empresas este jueves.

Los responsables de Chevron, Shell US, BP America, ConocoPhillips, y ExxonMobil se presentaron frente a la poderosa comisión de Finanzas del Senado enfrentando acusaciones de incremento de sus ganancias a expensas de los contribuyentes.

El presidente estadounidense, Barack Obama, y sus aliados demócratas reclaman el fin de los recortes impositivos equivalentes a 2.000 millones al año que reciben los gigantes petroleros en una industria que reporta ganancias récord.

"Está bien que los negocios saquen ganancias, eso es lo que mueve a la economía ¿pero estas compañías extremadamente rentables necesitan realmente de los subsidios de impuestos?", se preguntó el presidente de la comisión, el demócrata Max Baucus. Rápidamente respondió su propia interrogante. "Podemos dar a este dinero mejores objetivos y eso haremos", agregó. "Deberíamos usar este dinero para reducir nuestro déficit en lugar de depositar esa carga en ciudadanos mayores y en el futuro de nuestros niños", añadió.

Republicanos y demócratas se han enfrentado reiteradas veces sobre la mejor manera de recortar el déficit, los republicanos se niegan a aceptar incrementos impositivos, mientras los demócratas buscan mantener los recursos necesarios para el funcionamiento de los programas sociales.

Los demócratas que tienen el control de esta comisión esperan poder canalizar el malestar por los altos precios de la gasolina (que se han incrementado 37 centavos en el último año) mientras empiezan a poner su mirada en la campaña para las próximas elecciones de 2012.

Pero la industria petrolera dio batalla. El primero en declarar fue el presidente ejecutivo de Chevron, John Watson, quien describió las medidas como "anticompetitivas" y "discriminatorias". él imploró a los senadores: "no castiguen a nuestra industria por el hecho de que hagamos bien nuestro trabajo".

Uno a uno los ejecutivos de las petroleras advirtieron de que una mayor carga impositiva traería aparejada la perdida de empleos y un aumento de los precios reduciendo así la competitividad. "Un incremento de los impuestos llevará a menor inversión, menos producción, y seguramente mayores costos por galón y menos empleo", aseguró James Mulva, presidente ejecutivo de ConocoPhillips.

Los demócratas rechazaron rotundamente estos argumentos y aseguraron que necesitan tomar medidas para cortar el masivo déficit que sufre Estados Unidos. "Dado que han logrado ganancias de 35.000 millones en sólo el primer cuarto del año es difícil encontrar evidencia de que el recorte de estos subsidios pueda reducir la producción nacional o causar despidos", apuntó Baucus.

En un jugoso intercambio, el demócrata Charles Schumer preguntó a Mulva si él prefería que se recortaran las becas de educación a que su empresa tuviera que pagar mayores impuestos. "Bueno, esa es una pregunta muy difícil", respondió Mulva de modo sumiso antes de enfrentarse a un aluvión de preguntas sobre su firma. Poco antes había señalado que incrementar los impuestos a las empresas petroleras sería un acto "anti-estadounidense".

Los adversarios republicanos del presidente Obama, quienes fueron cautelosos de no ser catalogados de ir en contra de los intereses de los consumidores, señalaron que los demócratas pecan de exceso de oportunismo político y que una reforma en materia de impuestos en esta industria tendría muy poco alcance en la reducción del precio de la gasolina.

"Hoy el aire esta viciado de política", se quejó el republicano de mayor rango dentro de la comisión, Orrin Hatch, cuando se abrió la sesión.


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