11 de abril de 2011
El Nuevo Dia
Los Esteves han pasado momentos difíciles a lo largo de 26 años de matrimonio, pero ninguno ha sido más malo que perder una propiedad. Para el 2005, el matrimonio utilizó una pequeña herencia para comprar una propiedad comercial con la expectativa de tener un ingreso complementario en la vejez. Al cabo de un tiempo, la salud de doña Candy comenzó a deteriorarse. Los recursos del matrimonio tuvieron que dividirse entre cumplir las obligaciones y dos años de pruebas y medicamentos, hasta que la mujer fue diagnosticada con la enfermedad de Parkinson. Don Carlos aseguró que tan pronto comenzó a atrasarse en los pagos, tocó a la puerta de su acreedor hipotecario. "No te permiten pagar un mes. Hay que llevar todo el dinero o nada", indicó el hombre. A los 90 días, comenzó el proceso de cobro y en menos de dos años, tenían una sentencia de ejecución sobre su propiedad. "Las personas le tienen miedo a los bancos", manifestó doña Candy al señalar que en la batalla por su propiedad han conocido a decenas de personas que tienen los mismos reclamos. Y de inmediato, el matrimonio, que colgó una página en Facebook para personas en la misma situación, exhortó a las personas a que no se den por vencidas. "Los tribunales no están preparados para atender estos casos", continuó don Carlos. El matrimonio incluso llevó su caso ante el Tribunal Supremo sin prevalecer y considera continuar su reclamo en la jurisdicción federal. Según doña Candy y don Carlos, el proceso judicial local se concentra en determinar si el consumidor debe al acreedor y no se presta atención a cómo se estructuró la hipoteca. Este último aspecto se ha convertido en la manzana de la discordia en los Estados Unidos y ha provocado que las cortes federales hayan detenido miles de ejecuciones de hogares, entre otras razones, porque los documentos relacionados con el proceso de ejecución de hipoteca son falsos. Al igual que en Estados Unidos, los bancos o casas hipotecarias en Puerto Rico otorgan las hipotecas y luego, las venden a inversionistas. Por lo general, el banco que otorgó la hipoteca permanece administrando el préstamo por lo que el consumidor continúa su relación con la institución aunque el pagaré de su propiedad pasó a un tercero. En el caso de los Esteves, la hipoteca en principio fue otorgada por Doral Bank y luego fue vendida a REO Properties, una entidad vinculada a Deutsche Bank. "Llegó un momento en que yo tenía cuatro cartas de cobro. A quién le debo la hipoteca, entonces", dijo don Carlos al indicar que la pérdida del ingreso, unos $1,500 al mes, podría terminar impidiendo que tampoco puedan pagar la casa que habitan y ha puesto en jaque los estudios universitarios de sus hijos. A preguntas de El Nuevo Día, los Esteves reconocieron que en efecto se atrasaron, pero también dijeron que habrían hecho lo indecible por cumplir con su obligación si la institución financiera hubiera estado dispuesta a estructurar un plan de pago ante la enfermedad imprevista que les trastocó su estabilidad financiera.