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  Por el libro

7 de junio de 2010

Yahoo

SAN FRANCISCO (AP) - Antes, uno sólo notaba que había un código de barras impreso en los empaques de algunos productos cuando los adquiría en una tienda, y el cajero deslizaba esas misteriosas líneas frente a un sistema electrónico. Pero recientemente, estos códigos aparecen en más lugares y son mucho más avanzados.

Algunos habrán visto a un pariente del código de barras tradicional. El llamado código QR, una maraña de pequeños cuadros, dispuestos de forma aleatoria dentro de un cuadrado más grande, está apareciendo en varios sitios, desde los carteles en las paradas del autobús hasta las ventanas de algún restaurante.

Si algún curioso mira uno de estos códigos y le saca una fotografía con la cámara del teléfono celular, el dispositivo móvil puede mostrar una página de internet, una imagen fija o un video relacionado con el anunciante en cuestión.

Por ejemplo, Google Inc. está dando a los comercios calcomanías con códigos QR que los transeúntes pueden "escanear". Así, pueden llegar a una versión móvil de la página de Google, donde los negocios pueden publicar cupones e información sobre sí mismos.

Pronto, los códigos podrían derivar en otras vías para conectarse con los consumidores, de una forma que las empresas pueden medir y controlar. Ello podría ayudarles a dirigir los anuncios selectivamente a la gente que tendría más probabilidades de responder a un mensaje u oferta.

Los intentos anteriores de hacer que los consumidores interactúen con los códigos de barras que remiten a algún destino en la Web no han resultado muy exitosos. En la década de 1990 surgió el CueCat, que permitía a las editoriales añadir códigos de barras a su material impreso, a fin de que la gente deslizara algún dispositivo lector de bolsillo para llegar directamente a información relacionada, en sus computadoras.

El código QR (cuyas siglas en inglés significan respuesta rápida) fue también lanzado en esa década, por Denso Wave Inc., una fabricante japonesa de electrónicos.

Pero lo que ha cambiado ahora es que los consumidores se involucran más con sus dispositivos celulares, no sólo para hacer llamadas telefónicas, intercambiar mensajes de texto y revisar su correo electrónico. Además, los llamados superteléfonos, que pueden conectarse a la internet, tienen también la capacidad de descargar fácilmente programas que les permiten "escanear" códigos en los productos, para obtener información más amplia de los mismos.

El código de barras impreso por ejemplo en una caja de galletas incluye una serie de números dispuestos horizontalmente, que un dispositivo lector coteja con información de una base de datos centralizada. Es así como el "escáner" del supermercado identifica el producto que alguien compra.

Los nuevos códigos, como el QR, pueden representar los datos en forma horizontal y vertical. Ello significa que pueden incluir mucha más información en un menor espacio, y algunos de ellos pueden informar al programa de "escaneo" de un teléfono todo lo necesario sobre qué página de internet o video mostrar, sin necesidad de consultar una base de datos.

Se desconoce cuántos de estos códigos se han implementado, pero podrían crearse miles de millones.

Google ha usado los códigos QR desde finales del año pasado para ayudar a promover cientos de miles de negocios en su servicio de listas de establecimientos locales, conocidas como Google Places. La compañía ha enviado calcomanías para colocarlas en las ventanas de los establecimientos.

La calcomanía dice: "Somos uno de los lugares favoritos en Google", e incluye un código QR en la parte inferior.

La idea se derivó del deseo de Google por reforzar su relación con los comercios y con los consumidores, dijo Ryan Hayward, gerente de "marketing" de producto para Google Maps, quien encabeza la distribución de calcomanías con los códigos. Por ahora, éstos llevan a la versión celular de la página de un establecimiento en Google Places.

A la postre, Google podría usar la tecnología para mostrar videos y descargar aplicaciones, dijo Hayward.

Los códigos QR no son los únicos bidimensionales que podrían proliferar. Desde marzo, Fandango, un sitio que vende boletos para el cine, ha permitido que algunas personas que asisten a las salas obtengan sus entradas en sus celulares, almacenadas en forma de códigos "Datamatrix". Ese código, que se muestra en pantalla, se coloca frente a un aparato en la sala. Los usuarios no necesitan superteléfonos para que esta modalidad funcione.

Ted Hong, jefe de "marketing" de Fandango, dijo que la empresa quería probar el servicio porque más y más gente ingresa a Fandango mediante sus teléfonos. Y algunas iniciativas similares de boleto celular han funcionado fuera de Estados Unidos.

Por ahora, la nueva opción expendedora de boletos está disponible sólo en algunas salas cinematográficas en los estados de California, Nueva York, Texas y Hawai. Para que se extienda esta variante, más salas tendrían que invertir en los "escáneres", distintos a los usados actualmente para leer los códigos de barras tradicionales impresos en los boletos.

Esos códigos no se adaptan a las pantallas de algunos teléfonos y por eso Fandango está usando la tecnología Data Matrix, dijo Hong.


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