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  Por el libro

1 de abril de 2010

Consumer.es

Salir de casa significa renunciar, en ciertas ocasiones, a las rutinas de seguridad alimentaria habituales. El cambio de hábitat supone también para el organismo una disminución de las defensas naturales, con la consecuente alteración del sistema inmunitario. Dormir menos horas, cambiar los hábitos alimentarios y encontrarse en un entorno diferente favorece el riesgo de padecer una intoxicación alimentaria. Para evitarlo, es necesario garantizar unas pautas y unas condiciones de higiene adecuadas.

Se debe tener en cuenta cuál el país o región que se visita. En ocasiones, será necesario vacunarse o tomar medicamentos contra determinadas enfermedades. Cuando se está fuera de casa, el organismo se expone a microorganismos patógenos que no está acostumbrado a combatir. El sistema inmunitario se debe mantener activo con hábitos tan sencillos como dormir de forma adecuada y seguir una dieta equilibrada días antes de partir. Las causas más habituales que desencadenan los problemas son el consumo de agua contaminada y una mala manipulación de los alimentos. Resulta de vital importancia lavarse las manos antes y después de tocar y consumir cualquier producto. La gran mayoría de los patógenos causantes de intoxicaciones se transmiten por las manos.

Consejos básicos

Alimentos como carne, pescado y huevos deben consumirse cocinados

El agua es el principal agente causante de intoxicaciones alimentarias. Mantener la alerta en su consumo es primordial para reducir el riesgo de problemas. Es preferible beber agua con gas y siempre procedente de envases sellados de forma adecuada. El hielo es otro de los alimentos que se deben evitar porque, en algunos casos, el agua con que se hace procede del grifo. En su mayoría, el agua que está al alcance del viajero es potable, pero deben extemarse las precauciones y utilizarla para lavar los alimentos o para cepillarse los dientes, sólo después de asegurar su potabilización.

En cuanto al resto de alimentos, la principal medida de seguridad consiste en cocinarlos de forma adecuada y no someterlos demasiadas horas a temperatura ambiente, sobre todo, en las regiones más cálidas o en épocas estivales. También es importante no comprar alimentos, sobre todo si están crudos, en comercios callejeros u otro establecimiento donde no se cumplan unas condiciones óptimas de higiene. Frutas o verduras deben pelarse para evitar posibles infecciones de los patógenos externos y no se deben consumir las piezas que estén dañadas o con un aspecto visual deficiente. Debe prestarse especial atención a las ensaladas, cuyos ingredientes son crudos. Hay que asegurarse de que se han lavado con agua potable. Si se desconoce el origen del agua o su efectiva limpieza, es mejor no consumirlos.

De origen animal o picantes

En cuanto al consumo de alimentos de origen animal, como pescado, carne y huevos, hay que cocinarlos y evitar comerlos crudos o poco hechos. En los países donde hay riesgo de biotoxinas marinas en el marisco, hay que pedir consejo a los expertos del lugar. Deben consumirse tanto alimentos como bebidas de establecimientos autorizados, seguros y limpios, como bares y restaurantes. No es aconsejable consumir comida en la calle, ya que se corre más peligro de intoxicación, y hay que evitar comprar alimentos en establecimientos callejeros, ya que sus medidas higiénicas no están controladas.

En países más exóticos, no es recomendable consumir productos muy picantes o diferentes de los habituales, sobre todo, si hay alguna sensibilidad a ingredientes como las especias. Realizar comidas copiosas puede causar una intoxicación o una sensación de malestar porque el sistema inmunitario está más sensible de lo normal. En estos casos, un exceso de alimentos puede ser perjudicial.

CATADORES PARA EVITAR INTOXICACIONES

Un grupo de docentes de una escuela de Chengdu, en el suroeste de China, ha ideado un curioso programa a partir del cual los responsables de la elaboración de comida de los centros deberán probar sus platos media hora antes de servirlos. Así se quiere asegurar que estos son inocuos para el consumidor. Algunos expertos han anunciado que esta medida no podría ser efectiva ya que la mayoría de las intoxicaciones se desarrollan al cabo de unas 24 horas. Por este motivo, proponen guardar las muestras de los platos consumidos, como mínimo, 48 horas. En el caso de registrarse una intoxicación, será más factible detectarla.

Estas recomendaciones se han tomado en consideración y todos los datos registrados y las muestras se conservan en los refrigeradores de las escuelas durante dos días. Los catadores prueban los platos 30 minutos antes y se analizan 48 horas después. Estas medidas aseguran que las autoridades locales sean capaces de manejar la situación en caso de que se hallen sustancias nocivas para el consumidor. Además, se convierten en necesarias debido a las precarias condiciones higiénicas del país asiático. Hasta el momento, se han adoptado en más del 90% de las escuelas de Chengdu.


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