19 de marzo de 2010
Consumer.es
Cuando el agua de un hogar permanece cortada durante un periodo largo de tiempo, se origina un problema tan habitual como molesto: las tuberías se llenan de aire. Los síntomas son inequívocos y se traducen en ruidos extraños, en especial cuando se abren y cierran los grifos, y agua turbia, con sedimentos. Para acabar con estas molestias, hay que purgar el aire atrapado y eliminar los sedimentos acumulados. A la vuelta de vacaciones o después de que el agua permanezca cortada durante un tiempo prolongado, es frecuente que alguna de las tuberías del hogar emita ruidos, en ocasiones, muy agudos. Las causantes de este problema son las burbujas de aire que quedan atrapadas en su interior. Además, el agua también sufre sus efectos. Al accionar los grifos, arrastra sedimentos y herrumbre que se acumularon en el interior de los tubos durante el tiempo de inactividad de la instalación. En ocasiones, basta con abrir los grifos de nuevo y dejar correr el agua para acabar con el problema. Otras veces, es preciso aumentar la presión del agua para desplazar las burbujas de aire que causan los ruidos. En este caso, con un trozo de manguera, se conecta el grifo del fregadero -es habitual que tenga más presión que el resto de la instalación- con el que tiene aire. El agua se enturbia porque arrastra herrumbre acumulada en el interior de los tubos Se abren los dos grifos de forma simultánea durante un par de minutos para que la presión arrastre el aire, se cierran, se retira la manguera (con cuidado ya que es posible que contenga agua) y se comprueba si han desaparecido las burbujas. Si todavía se escuchan ruidos, se debe repetir la operación hasta que estos cesen. En los radiadores El aire no es un problema exclusivo de los grifos, también es habitual en los radiadores de un hogar. Cuando el agua que circula por el circuito de la calefacción emite ruidos, significa que una burbuja ha quedado atrapada en los paneles y resuena por fricción al paso del líquido. Para eliminarla, los radiadores tienen en la parte superior una válvula o purgador. ésta se acciona con una llave especial o con un destornillador. Antes de abrirla, conviene colocar debajo del purgador un recipiente que recoja las posibles filtraciones de agua. Es aconsejable accionar la llave lentamente para evitar fugas mayores de líquido. Cuando el aire atrapado sale, emite un silbido. En ese momento, se debe cerrar la válvula. Malos olores, otro problema común Los malos olores provenientes de las cañerías son otro inconveniente habitual. Los sifones son los encargados de detenerlos. Estos accesorios se sitúan en los desagües de inodoros, lavabos y fregaderos y actúan como barrera para evitar que los olores desagradables asciendan a los hogares. Sin embargo, en ocasiones, los propios sifones causan la fetidez porque en ellos se acumulan restos o residuos que se descomponen. La solución consiste en quitar el tapón del sifón y limpiarlo con agua. Antes de desmontarlo, es recomendable colocar debajo un cubo que recoja la suciedad que caiga. Para evitar malos olores, los sifones se deben limpiar de forma periódica, al menos, una vez cada dos meses.