23 de diciembre de 2009
El Nuevo Dia
WASHINGTON — La economía estadounidense creció a un ritmo del 2.2% en el tercer trimestre, un repunte inferior al pronosticado por los analistas, pero todas las señales indican que la economía acabará el año con mejores cimientos. La estadística anunciada ayer por el Departamento de Comercio fue inferior al crecimiento del 2.8% estimado hace un mes. Los economistas habían pronosticado que la cifra no variaría. Las causas principales de la debilidad fueron la renuencia de los consumidores a gastar a manos llenas, el debilitamiento de la construcción comercial y escasas inversiones empresariales en maquinaria y software, al reducir las firmas sus inventarios. Pese a ello, la economía volvió finalmente a crecer en el trimestre, tras un récord de cuatro trimestres consecutivos de contracción, la peor recesión desde la década de 1930. Las expectativas Muchos economistas creen que el Producto Interno Bruto crecerá aún más en el último trimestre del año. La economía probablemente avanza a un ritmo anual del 4% en el periodo de octubre-diciembre, en opinión de los analistas. Si están en lo cierto, podría ser la expansión más robusta desde el 5.4% en el primer trimestre de 2006: mucho antes de que comenzara la recesión. El gobierno difundirá sus primeros cálculos sobre el último trimestre de 2009 el 29 de enero. Con todo, incluso ese ritmo de crecimiento no sería suficiente para achicar de forma rápida el desempleo, ahora del 10.2%. El elevado paro y las restricciones al crédito, tanto para los consumidores como para empresas, seguramente continuarán afectando negativamente la recuperación económica. Muchos economistas pronosticaron que la economía crecerá en torno al 2% o el 3% en el primer trimestre de 2010. El crecimiento en los últimos tres meses del año seguramente será encabezado por la reposición empresarial de sus agotadas existencias. Esos inventarios fueron reducidos a la mínima expresión a un ritmo récord durante la recesión. Incremento en la producción Por ello, incluso una leve demanda en la actividad de los consumidores obligará a las fábricas a incrementar su producción, lo que fomentará la actividad económica en general. El repunte de las exportaciones estadounidenses y el incremento del gasto del consumidor y empresarial interno, respaldará igualmente la expansión del PIB.