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  Por el libro

16 de octubre de 2009

El Nuevo Herald

Mientras Wall Street celebra el regreso del promedio industrial Dow Jones a los 10,000 puntos, la gente común se concentra en un indicador mucho más sombrío: 1 millón.

El número de bancarrotas superó esa cifra en septiembre, con lo que se espera que la cantidad de bancarrotas alcance su mayor nivel desde que las leyes se hicieran más estrictas en el 2005.

Entre enero y septiembre, la Florida ha visto 70,799 bancarrotas, el segundo estado en volumen de toda la nación, tras California, y el número 16 a nivel nacional en una base per cápita, según AACER, una firma de información sobre bancarrotas. Esto representa un 48 por ciento de aumento en comparación con el mismo período del 2008.

Lo que está estimulando las bancarrotas es el desplome de los precios de las casas y la pérdida de empleos que han dejado a millones de personas profundamente endeudadas y recurriendo a la bancarrota como una forma de liberarse de los prestamistas.

Los que tenían problemas financieros fueron los primeros en caer pero ahora los problemas están subiendo por la escalera socio-económica, dijeron abogados locales.

Samira Ghazal, una abogada de los consumidores de Miami, dijo haber visto más clientes de clase media y alta en dificultades económicas. Recientemente, estaba asesorando a un médico que había perdido su trabajo y luego "lo había perdido todo' en el mercado inmobiliario.

"Antes era un problema de la clase obrera. Ahora es un problema de todo el mundo'.

Marisela González, de 49 años, recurrió a la bancarrota en junio del año pasado con la esperanza de mantener su casa, que estaba en embargo. El gambito fracasó; González perdió su casa y ahora se está ajustando a un mundo sin acceso al crédito.

Recientemente tuvo que cancelar las clases de baile para su hija porque no podía pagarlas en efectivo.

"Ya ni siquiera pienso en cosas como comprarme un carro nuevo', dijo González, que ha sido maestra de niños con necesidades especiales desde hace casi 10 años. "Quisiera que mis hijos estuvieran en actividades extracurriculares'.

La gran mayoría de las bancarrotas del estado son personales, no comerciales. Según la AACER, hubo 68,186 bancarrotas no comerciales durante los primeros nueve meses de este año en comparación con 2,613 de carácter comercial.

La mayoría son bancarrotas de Capítulo 7, lo que implica una liquidación para pagar a los acreedores. Las personas que se acogen al llamado Capítulo 11, buscan la restructuración de 1os pagos de las deudas.

Aunque la cifras son impresionantes, sólo son un esbozo del verdadero problema.

Muchas personas simplemente se rinden sin ni siquiera declarar formalmente la bancarrota, dijeron los abogados.

"La gente viene y dice, ‘Me gustaría gastar $1,400 en una bancarrota pero no tengo comida en la casa' ', dijo Tim Kingcade, un abogado de Miami. "Hace falta dinero para presentar una bancarrota y mucha gente no lo tiene'.

Los abogados corporativos también están viendo cambios.

"La crisis de la bancarrota ha salido del sector inmobiliario y ahora --por lo menos entre la gente que estoy asesorando-- está en todas partes', dijo Thomas Messana, un socio de Messana, Rosner and Stern en Fort Lauderdale.

Hay clientes que están muy lejos del volátil mercado inmobiliario, incluyendo a una firma de aviación y una gran panadería, afirmó.

Aunque la bancarrota brinda la oportunidad de cancelar las deudas y empezar de nuevo, implica un alto precio.

Alguien que tenga un fuerte crédito con un puntaje de 862, por ejemplo, con una bancarrota pudiera ver bajar su crédito en 365 puntos, en comparación con 125 menos por un embargo hipotecario, según VantageScore, un modelo desarrollado por las tres grandes agencias de calificación de crédito.

Aun así, muchas personas recurren a la bancarrota cuando debían considerar una reorganización de la deuda o simplemente encontrar un nuevo trabajo, dijo Howard Dvorking, el fundador de Consolidated Credit Conuseling Services, una organización no lucrativa de asesoría de deudas en Fort Lauderdale.

"Hay que encontrar una fuente verdaderamente independiente para asesorarlo a uno sobre sus opciones', dijo. "Si usted va a un abogado de bancarrota él la va a hacer, le haga falta a usted o no'.

Sin embargo, para algunos, no hay mejor solución que la bancarrota.

Si la crisis tiene un lado positivo, es que el negocio de la bancarrota ha prosperado. Hace unos años, sólo había un puñado de abogados de bancarrota en Miami, dijo Kingcade. Cuando su firma hizo una encuesta en el verano, encontró más de 100 profesionales trabajando en ese campo.

Winston Ceunant, un socio de Ceunant and McCarville en Fort Lauderdale, empezó su práctica de bancarrota hace seis meses tras haber pasado años como litigante en otra firma.

"Hay tantos clientes que no alcanzan los abogados', dijo. "La bancarrota ha estado afectando a todo mundo desde todos los ángulos'.


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