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15 de septiembre de 2009

Kroll

Charles Ponzi (1882 - 1949) fue uno de los estafadores más destacados de la historia de EE.UU., cuyo nombre se aplica en la actualidad a todos los fraudes en los que el capital de los inversores de incorporación más reciente se destina a retribuir a los más antiguos. Sus herederos son legión en el Caribe y América Latina (sólo en Colombia, cuarenta empresas están siendo investigadas por tal comportamiento). Ponzi proclamó que su inversión se dedicaba a los cupones de respuesta postal. Los esquemas más recientes se han servido de patrones como bancos transnacionales, comercio de divisas, tarjetas de prepago y fondos de cobertura. Aunque su justificación pueda diferir, sus propósitos y posteriores resultados son compartidos.

Los esquemas Ponzi presentan los siguientes rasgos típicos:

• Ofrecen una rentabilidad extraordinaria, muy superior a la que es posible obtener en los mercados financieros.

• Garantizan el capital de la inversión.

• Presumen de contar con un seguro de inversión de terceros.

• Pagan generosas comisiones para atraer a los inversores.

• Sus balances financieros, junto con otros datos económicos, carecen de transparencia.

• Ofrecen carteras de inversión atípicas que generan una rentabilidad difícil de entender.

No hay escapatoria posible de un esquema Ponzi: una vez puesto en marcha, está abocado al fracaso. Por lo general, este esquema se colapsa ante la ausencia de nuevos participantes, una avalancha de cancelaciones o la intervención de algún organismo regulador. Cuando estos organismos detectan un posible caso de esquema Ponzi, puede serles extremadamente difícil recopilar pruebas diseminadas entre varias jurisdicciones con ordenamientos dispares, sobre todo si el esquema en cuestión adopta la forma de una entidad financiera.

Los inversores de Charles Ponzi montaron en cólera cuando supieron de su arresto. ¿Ha cambiado algo desde entonces? Cuando el año pasado el gobierno colombiano cerró la empresa de David Murcia Guzmán, esgrimiendo que se trataba de un esquema piramidal, sus inversores salieron a la calle para manifestarse.

Análogamente, se levantó una oleada de indignación entre los inversores jamaicanos tras el desmantelamiento de Cash Plus Limited. Muchos de los que acabaron sumidos en la ruina, quizás cegados por su fe o por rechazo a reconocer su propia imprudencia, siguieron aclamando a los protagonistas de estos esquemas como a auténticos héroes.

¿Qué hacer cuando se logra identificar un esquema Ponzi? Seguir el rastro del dinero puede ser una tarea costosa y frustrante, ya que los estafadores efectúan transferencias de capital a una velocidad pasmosa. Nuestra experiencia nos enseña que, para investigar los esquemas Ponzi y recuperar los activos, es preciso contar con profesionales especializados. éstos podrán ayudarle a:

Actuar con rapidez: el tiempo juega a favor de los estafadores. Los registros se esfuman y los activos se mueven, disipan o someten a conversiones ulteriores. Además, es preciso contar con un capital considerable para poner en marcha un esquema Ponzi y mantenerlo en funcionamiento. Por ello, la longevidad de tales esquemas es inversamente proporcional al volumen de fondos recuperables: con el paso del tiempo, el dinero va destinándose a partidas tales como la supuesta rentabilidad generada por la inversión, o va a parar directamente al bolsillo de los estafadores.

Conseguir hacerse con el control: una medida de vital importancia se centra en obtener, con la mayor celeridad posible, el control de una entidad basada en un esquema Ponzi (incluidos sus libros y registros, cuentas bancarias, activos nacionales e instalaciones) a través del mandato judicial de un síndico o liquidador experimentado. Con ello, es posible solicitar cooperación a las jurisdicciones extranjeras en caso de que se requiera hacer un seguimiento de los activos, proceder a su congelación o confiscación en territorio internacional.

Demostrar la existencia del fraude: por lo general, los responsables de estos esquemas transfieren los fondos a jurisdicciones extranjeras (incluidos los paraísos fiscales más ignominiosos), y encubren sus ganancias ilícitas sirviéndose de leyes de secreto bancario y títulos al portador, así como de directores y accionistas de existencia del fraude resulta esencial para efectuar un seguimiento de los fondos, su congelación y recuperación; sin embargo, los libros y registros necesarios para tal fin están a menudo incompletos. Un investigador experto sabrá buscar otras pruebas, entrevistar a los testigos adecuados, y acometer las indagaciones pertinentes en territorio nacional y extranjero. Asimismo, un contable forense podrá realizar un seguimiento de los activos a partir de los registros financieros de las entidades bancarias o de terceros. Con tales pruebas, es posible demostrar la comisión de fraude ante los tribunales y, con ello, proceder a identificar y rastrear los fondos sin que el estafador se percate de ello. A su vez, un asesoramiento jurídico experimentado puede desempeñar un papel decisivo en la obtención de las órdenes judiciales relevantes.

Prevenir la captación de nuevas víctimas: con frecuencia, los autores de los fraudes idean nuevas estratagemas para volver a asestar su ataque a las víctimas durante la recuperación de activos. Entre otras, cabe mencionar la solicitud de aportaciones de fondos a las víctimas para emprender una política de recuperación que nunca llega, o la petición de declaración de quiebra de sus propias empresas para, seguidamente, designar a liquidadores corruptos que posibiliten un despiece final de los bienes inmuebles, la destrucción de todas las pruebas y la puesta en marcha de investigaciones simuladas.

La mejor defensa frente a un esquema Ponzi es evitarlo a toda costa. Si se ve envuelto en alguno, necesitará contar con profesionales experimentados para evitar un fácil extravío e incurrir en excesivos costes con escasos resultados.

Algunos de los últimos fraudes más sonados

Puede decirse que Bernie Madoff y Marc Dreier son nombres del pasado: eso sucedió en el último diciembre y ya hemos entrado en un año nuevo. Desde el primero de enero, los inversores han leído muchos titulares espectaculares sobre fraudes de inversión, en especial esquemas Ponzi en los que se prometía a las víctimas rendimientos muy lucrativos y constantes. Sin embargo, los fondos aportados se usaban para pagar a los primeros inversores, dejando a los recién incorporados en la estacada cuando la liquidez escasea. Por no mencionar las estafas en circulación que aún queden por descubrir...

Este año, las noticias no han sido buenas para los inversores:

Marcus Schrenker, un asesor financiero de Indiana, fue arrestado a mediados de enero tras dos jornadas de persecución iniciadas cuando saltó de su avión para simular su propia muerte. Cuando vio aproximarse a las autoridades, intentó suicidarse.

Arthur Nadell, el gestor de un fondo de cobertura afincado en Florida, acabó por entregarse al FBI a finales de enero. Estuvo desaparecido durante casi tres semanas desde que el resultado de sus años de actividades fraudulentas empezó a salir a la luz.

Los investigadores federales arrestaron a Nicholas Cosmo, un financiero de Long Island, cuando se descubrió que supuestamente había estafado a inversores por un valor aproximado de 380 millones de dólares. Un grupo de inversores demandó a Michael Riolo, un comerciante de divisas de Boca Ratón (Florida), por robar más de un millón de dólares. El abogado de Riolo afirma que el dinero se ha esfumado y espera conseguir que se le impute un fraude postal.

Los indicios estaban a la vista de todos:

Schrenker contaba con el antecedente de dos bancarrotas anteriores y, de acuerdo con las informaciones divulgadas, con una sentencia penal condenatoria por recepción de mercancía robada. A Nadell se le había inhabilitado para ejercer la abogacía en Nueva York por haberse apropiado de capital de fondos en plica para saldar la deuda contraída con un usurero. El comité disciplinario lo había emplazado por "fraude, falta de honradez, engaño y falsedad".

Cosmo se había declarado culpable en 1999 por un delito de fraude postal, y se le condenó a 21 meses de cárcel, a tres años de libertad vigilada y a pagos en concepto de restitución de bienes. Según se informa, usó el capital de nuevos inversores para realizar algunos de esos pagos.

En 2002, Riolo fue arrestado por traficar ilegalmente en Internet con éxtasis líquido (GHB), un fármaco usado para "perpetrar violaciones". Finalmente, la acusación retiró los cargos.


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