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  Por el libro

20 de agosto de 2009

La Opinion

Nueva York — El programa del gobierno federal ‘Dinero por Chatarra’ está llenando los bolsillos de muchos vendedores de autos, pero Alberto José no es uno de ellos. Todos los días, el dominicano de El Bronx se sienta ante Albert’s Autos, su lote de vehículos usados en la Avenida Jerome, en espera de clientes que nunca llegan.

"Ahora la gente va directamente a los dealers autorizados que venden autos nuevos. Aparecen algunos y dicen ‘mejor voy y compro un carro nuevo’", aseguró.

‘Dinero por Chatarra’ ofrece entre $3,500 y $4,500 por cada vehículo usado que se entrega a un vendedor a cambio de un auto nuevo y más eficiente. El programa, que comenzó el 1 de julio, tuvo un éxito instantáneo ya que se repartieron mil millones de dólares y se vendieron 250,000 vehículos antes del final del mes, impulsando al gobierno a destinar otros $2 mil millones para esta iniciativa, que terminará el 1 de noviembre.

Sin embargo, el programa ha dejado atrás a vendedores de autos usados y algunos consumidores.

José, el dueño de Albert’s Autos, ha perdido tres cuartos de su clientela desde que se ejecutó el plan. Antes vendía cuatro autos por semana a un promedio de $4,000 cada uno. Ahora vende uno. Sus únicos clientes son empresarios africanos que mandan las unidades usadas a sus países de origen.

Además, José dice que ha perdido autos por culpa del programa. "No me ha llegado ningún carro nuevo en las últimas seis semanas", aseguró. La situación está tan mala que el dominicano contempla vender el negocio, que apenas abrió en febrero de este año.

"(Dinero por Chatarra) es para las grandes empresas. Los dealers pequeños estamos desapareciendo", apuntó.

C & M Auto Sales, el vendedor de vehículos usados más grande de El Bronx, está vendiendo el 50% menos de lo que vendía antes, según Benjamin Phillips, empleado del sitio. Ahora venden 15 carros por semana en comparación con los 30 que vendían antes de que entrara en vigor el plan.

Los consumidores que siguen llegando a C & M Auto son los que no les alcanza el dinero para un vehículo nuevo, o que no tienen buen crédito, explicó Phillips.

Máximo Peña, de origen dominicano, estaba mirando autos con sus hijas en C&M Auto con la esperanza de cambiar su Dodge Mercury del 2000 por un auto nuevo pero desistió. "(El programa del gobierno) es bueno para el que tiene una chatarra de $500. A mí no me conviene", apuntó.

"Es que hay que comprar un carro nuevo, y sale muy caro", explicó.

Phillips dijo que era una pena que la Administración Obama haya puesto en práctica el programa porque normalmente se venden más vehículos usados en tiempos de crisis económica. "Después del 11 de septiembre vendimos mucho", recordó, "Todo el mundo busca carros más baratos durante una recesión", concluyó.


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