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  Por el libro

6 de agosto de 2009

Primera Hora

Madrugan para realizar largas filas en las entradas de los centros de desempleo del Departamento del Trabajo. Pero son muchos los que tienen que volver el día siguiente porque cientos de otras personas decidieron acudir al lugar aún más temprano.

En momentos en que el índice de desempleados en la Isla continúa aumentando, los empleados gubernamentales no parecen dar abasto ante la cantidad de personas que solicitan la ayuda del desempleo, una extensión a los pagos o una corrección a la suma destinada.

En el centro de la calle Guayama de Hato Rey, por ejemplo, cientos de ciudadanos esperaban a ser atendidos de pie o sentados en sillas colocadas en ambos lados de seis ventanillas. Pero sólo dos o tres empleados recibían al público que mantenía la instalación completamente abarrotada desde su apertura a las 7:00 a.m. hasta su cierre a las 3:00 p.m.

"Ellos piensan que nos están haciendo un favor, pero si nosotros no podemos trabajar, no habrá el dinero para pagar sus salarios. Esperé hasta el último momento para llegar a una oficina de desempleo", sostuvo la maestra de historia Nitza Ortiz, quien laboró en un campamento de verano tras ser cesanteada de su puesto de maestra.

Al igual que Ortiz había otros maestros que no encuentran trabajo en escuelas públicas o privadas. También había decenas de obreros que tampoco pueden trabajar ante una escasez de obras de construcción. Pero muchos de los visitantes eran madres que intentan mantener familias con el poco dinero que reciben del Programa federal de Asistencia Nutricional (PAN). "Antes podía viajar cinco veces al año a la República Dominicana para visitar a la familia. Pero hace cuatro años que no viajo. El país está estancado", sostuvo Blanca Vargas, madre de tres niñas de cinco, tres y dos años de edad.

Aunque el Gobierno está en el proceso de aumentar el personal en los 14 centros y expandir los servicios vía teléfono e Internet, muchos de los ciudadanos expresaban su descontento por la lentitud con la que se atendía al público, pero tras las ventanillas saltaba a la vista la cantidad de escritorios desocupados. Según indicaron algunos ciudadanos, el centro cesaba de operar de 12:00 a 1:00 de la tarde por la hora de almuerzo, y las esperas se alargaban aún más durante el tiempo de descanso que tomaban los trabajadores durante la mañana y la tarde, tal y como exige la ley. "Cuando trabajaba para una empresa pagaba por el desempleo pero ahora el Gobierno se tiene que poner en los zapatos de las personas que no cuentan con empleo", indicó el cocinero Edwin Acosta Rodríguez, de 57.

Las estadísticas oficiales apuntan a que el desempleo aumentó de un 14.3 por ciento a un 15.2 por ciento del pasado mayo a junio. Reportes recientes reflejan, además, que el Departamento del Trabajo tramitó cerca de 241,000 reclamaciones el pasado junio, lo que representa un aumento dramático en comparación con las 106,000 solicitudes radicadas el mismo mes del año pasado.

"Estamos conscientes de esta situación, pero estamos trabajando para resolver el problema", sostuvo el secretario del Trabajo, Miguel Romero, al resaltar que el hacinamiento en los centros se debe, entre otras razones, a varias extensiones que se han otorgado a los beneficios por desempleo, así como otros 176 trabajadores que se acogieron al programa de retiro temprano.

Pero, a pesar de que la administración de Fortuño intenta dinamizar la economía mediante la inversión del sector privado, las escenas que se presentan a diario en los centros de desempleo parecen evidenciar el estado de desesperación de gran parte de la población que se ha quedado sin empleo durante los últimos meses.

"La crisis económica ha obligado a que muchas personas acudan a los centros, pero los ciudadanos están recibiendo los servicios" , dijo Romero.


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