5 de junio de 2009
Primera Hora
Se negó y se negó, pero al final no pudo más con el acoso de los cobradores y se acogió a un Capítulo 13; una quiebra que le permitió cumplir con sus acreedores con un plan de pago de cinco años, pero sobre todo le devolvió la paz. Jamás en la vida María Rivera (nombre ficticio) se imaginó que tendría que recurrir a dicho recurso legal para satisfacer sus necesidades financieras. Es más, Rivera pensaba de las bancarrotas lo que muchos todavía piensan, que son un error, que los que se acogen son unos perdedores o unos irresponsables que no pueden cumplir con sus obligaciones. Mas la vida se encargó de aclararle ese concepto y de la peor manera posible. Tras 25 años de matrimonio, llegó un divorcio lamentable, y como si no fuera suficientemente complicada la situación, uno de sus tres hijos sufrió un accidente de auto, que lo dejó tres meses en una silla de ruedas y otros tres usando muletas. "En medio del divorcio, mi hijo tuvo un accidente. En aquel momento tenía mi propio negocio de ventas a consignación, pero tuve que dedicarme a mi hijo. Los ingresos ya no eran los mismos. Imagínate, que me podía ganar $5,000 mensuales", recordó Rivera. "Entonces comenzaron estos cobradores a volverme loca. Yo no quería irme a la quiebra, pero es que te desquician. Había una cobradora de un banco que me llamaba todos los días, me sentía acosada. Además, no es tanto que te cobren, es el modo. Son unos groseros. Uno entiende que ése es su trabajo, pero ellos no se ponen en tu situación ni una vez", recordó Rivera, quien tras la recuperación de su hijo retomó su trabajo y hasta buscó uno adicional para tratar de cumplir con sus cuentas, y aun así no pudo. "Yo no me detuve. Traté de hacer los pagos, pero no pude", puntualizó. Rivera, inclusive, cometió el gran error que cometen muchos. Hizo un préstamo personal para tratar de pagar las deudas, pero la situación no mejoró, lo que hizo fue sumar otra cuenta. "Buscando soluciones hice un préstamo, pero no pude arreglar nada y ése es un gran error. Uno sigue enredándose", dijo. En aquel momento, Rivera tenía una tarjeta de crédito de una tienda por departamentos, una tarjeta de crédito, un préstamo en una cooperativa y el préstamo que hizo en una institución bancaria para "arreglar su situación". Cuando al fin dio el paso, "pude respirar. Ya cada vez que sonaba el teléfono no tenía que pensar qué cobrador sería". Tras cumplir por cinco años con el plan de pago que le impuso el síndico Rivera, pudo retomar su vida. "Estaba totalmente equivocada con las quiebras. Ahora lo que pienso de ellas es que son un detente y comienza de nuevo", aseguró la mujer, que actualmente trabaja y posee una casa y un carro a su nombre. "Estoy súperfeliz. Cuando terminé de pagar, compré una casa y un carro. En aquel momento pensé en ir hacia arriba, levantarme, y así lo he hecho", manifestó Rivera, mientras aconsejaba a otros en situaciones similares a buscar ayuda.