3 de junio de 2009
El Nuevo Herald
MARIA HERNANDEZ, graduada como especialista en turismo en FIU, es gerente de la tienda White House Black Market en The Shops en Pembroke Gardens. En su especialidad, Hernández no ha encontrado un empleo. AMaría Hernández nunca se le ocurrió que iba a administrr una tienda de ropa. Hernández estaba segura de que cuando se graduara de la Escuela de Turismo de la Universidad Internacional de la Florida conseguiría su puesto soñado en una firma de planificación de eventos. Pero para Hernández, una de los 1.5 millones de universitarios que se enfrentan a 1.85 millones de desempleados con más experiencia, equilibrar sus expectativas con la realidad se ha vuelto una necesidad. 'Es bueno tener algo, lo que sea', dice Hernández, de 22 años, de su trabajo de medio tiempo en White House/Black Market. ``Por lo menos estoy acumulando experiencia administrativa'. Hernández y otros recién graduados universitarios que forman la generación desempleada están descubriendo que la única manera de competir en el peor mercado laboral en 25 años es aceptar cualquier trabajo que hubieran rechazado en otro momento --puestos a medio tiempo, tutorías, trabajos de secretaria--, cualquier cosa con tal de ganar algún dinero. Los empleadores esperan contratar 22 por ciento menos graduados universitarios en el 2009 que hace un año, según la Asociación Nacional de Institutos Universitarios Colegios y Empleadores. 'Están descubriendo que tienen que estar abiertos a todas las oportunidades', afirma Diann Newman, directora de Servicios a Estudiantes de la Escuela de Turismo de FIU. Newman dice que cuando llega un reclutador al recinto universitario un reclutador los estudiantes se entrevistan con ellos, incluso los que antes no hubieran estado interesados: ``Ya no descartan nada'. Para algunos, cambiar de expectativas significa buscar trabajo donde otros no lo hacen y analizar la posibilidad de ocupar plazas que la mayoría evita. También significa cambiar de sector, ganar menos y tener que mudarse a otra parte. Christopher Torres, de 21 años, compara su experiencia con no tomarse el aperitivo hasta que llegue el plato fuerte. Torres acaba de graduarse de la Universidad de Miami con una licenciatura en Ciencias Políticas. Trabaja cuatro tardes a la semana en una firma de asesoramiento y pasa buena parte de su tiempo buscando empleo en Best Buy y Blockbuster para plazas de ventas que pagan poco más del salario mínimo. 'Me será difícil pagar mis cuentas a menos que tenga dos o tres empleos', dijo Torres. Su trabajo ideal es en una organización pequeña, quizás en Washington, que haga un bien social con su labor. Pero por el momento, dice, ha aceptado la realidad como la mayoría de colegas: ``Si no podemos conseguir un trabajo ideal, por lo menos queremos encontrar algo que podamos soportar hasta que encontremos lo que buscamos'. Mientras tanto, lo difícil de encontrar un trabajo normal a tiempo completo hace que muchos reconsideren sus metas. Cuando se pregunta ahora a los graduados por sus metas, muchos dicen que quieren el avión privado, pero no la oficina con un buen panorama a la vista. Quieren ser dueños de sus propios negocios, crear nuevas industrias, vender inventos o trabajar para una compañía recién creada. Para estos jóvenes, subir la escalera empresarial ya no es el camino al éxito, sino simplemente un trampolín para su propio negocio.