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  Por el libro

24 de abril de 2009

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WASHINGTON (AFP) - El presidente Barack Obama, se asocia este jueves a los enfurecidos consumidores para exigir a las grandes empresas de tarjetas de crédito que cesen las prácticas que acorralan a los estadounidenses castigados por la crisis, en una sociedad en la que el "plástico" es rey.

Obama debe recebir el jueves por la tarde en la Casa Blanca a los representantes de American Express, Visa, MasterCard, Bank of America, en total doce bancos e instituciones emisoras de tarjetas de crédito, para transmitirles la indignación de los consumidores que enfrentan un aumento, excesivo según ellos, de los recargos y de las altas tasas de interés en sus facturas.

Obama quien, desde su investidura en enero, ha criticado duramente en nombre de la ciudadanía la ambición desmedida que atribuye a Wall Street, tenía que emprender un esfuerzo sin precedentes desde hace mucho tiempo para revisar las reglas de conducta de las empresas de crédito, enfrentando la resistencia de éstas.

Otro ejemplo de esta iniciativa de reforma de las costumbres se presentó el miércoles en el Congreso, donde se aprobó en comisión un proyecto contra las alzas arbitrarias de tasas de interés y las penalidades excesivas a los consumidores.

El texto puede ir al plenario de la Cámara la semana próxima, mientras que otro se está debatiendo en el Senado, por lo que deberá haber un acuerdo entre ambas cámaras para unificar el proyecto.

En un momento en que la cooperación no está muy de moda entre los aliados demócratas de Obama y sus adversarios republicanos, el hecho de que nueve republicanos hayan votado en favor del texto el miércoles muestra la extensión del resentimiento contra American Express y las demás tarjetas.

Con el desencadenamiento de la crisis y de la supresión de cinco millones de empleos desde el inicio de la recesión, en diciembre de 2007, un número récord de estadounidenses está en mora con el pago de sus tarjetas de crédito, y muchos están simplemente imposibilitados de pagar.

Para protegerse, las empresas aumentaron las tasas de interés a 30% y cortaron líneas de crédito.

Las entidades de defensa de los consumidores se indignan también de una alteración permanente de las reglas que, de todas maneras, los clientes no leen.

Estas organizaciones denuncian que algunos de los bancos que castigan a sus clientes en mora son los mismos que se beneficiaron de la ayuda federal y, por tanto, de los contribuyentes, para salir de la crisis financiera.

Larry Summers, el consejero económico en cuya compañía Obama debía recibir el jueves a los dirigentes de las tarjetas de crédito, los había criticado el pasado fin de semana por "la forma como engañaron a la gente haciéndole pagar tasas de interés extraordinariamente elevadas, que los deudores no habrían pagado si hubieran sabido en qué se estaban metiendo".

Obama se había pronunciado durante su campaña electoral en favor de una "carta de derechos" de los titulares de tarjetas de crédito. Su compromiso personal en este tema forma parte de un esfuerzo más amplio que emprendió desde que asumió el cargo de reformar el sistema financiero.

Pero las empresas de crédito se resisten, afirmando que aumentaron sus tasas debido al aumento del riesgo de prestar dinero en período de crisis, y sostienen que si no pueden obligar a pagar a los consumidores de riesgo, tendrán que hacerle pagar a todo el mundo.

En momentos en que Obama trata de relanzar el consumo, las empresas de crédito se ponen en guardia contra cualquier iniciativa que pueda limitar su actividad.


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