30 de marzo de 2009
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WASHINGTON - "No podemos, no debemos y no dejaremos desaparecer a nuestra industria del automóvil", prometió este lunes el presidente estadounidense, Barack Obama, al presentar en la Casa Blanca un plan de rescate del sector, al que advirtió de que deberá realizar un esfuerzo "sin precedente". "Hay empleos que no podrán ser salvados y plantas que no reabrirán", avisó Obama, quien añadió que General Motors y Chrysler, sostenidos con fondos públicos, deberán tomar "decisiones difíciles". En el caso de que los grupos no presenten planes que permitan volver a la rentabilidad, es posible que precisen recurrir al proceso de bancarrota "como un mecanismo para ayudarles a reestructurarse rápidamente y emerger fuertes". Si emplean esta opción, estas empresas podrán "limpiar antiguas deudas que les están pesando para volver a encaminarse", señaló Obama. Para ayudar a los fabricantes a sobrevivir, "será necesario un esfuerzo sin precedentes de todas las partes (...) para ver a la industria automotriz superar esta época de dificultades". "Este sector es, más que ningún otro, un emblema del espíritu estadounidense y un símbolo del éxito de EEUU", estimó Obama. "Es uno de los pilares de nuestra economía". Por su parte, la Adminstración estadounidense anunció este lunes que respalda las garantías de nuevos vehículos comprados a General Motors y Chrysler en un intento por restaurar la confianza de los consumidores y aumentar las ventas. El Departamento del Tesoro dijo haber tomado la decisión temporal para disipar los temores de los consumidores sobre la validez de las garantías, al comprar nuevos vehículos de los dos constructores que se encuentran al borde de la quiebra y están sobreviviendo gracias al dinero gubermental. El programa tiene por objetivo "dar a los consumidores que consideran la compra de un automóvil nuevo, la confianza de que incluso en este período económico difícil, sus garantías serán válidas", subrayó el Tesoro en un comunicado.