26 de marzo de 2009
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Toronto (Canadá), 25 mar (EFE).- La gravedad de la crisis económica en Estados Unidos está teniendo efectos sísmicos en los hábitos de los conductores del país, que no sólo están abandonando los vehículos mastodónticos sino que ahora mantienen sus viejos automóviles durante más tiempo. Si la alianza entre Chrysler y Fiat se confirma en los próximos meses, va a ser todo un espectáculo ver en el 2010 modelos como el 500 italiano recorriendo las calles de Nueva York, Chicago o Los ángeles. Hasta ahora esas calles estaban reservadas para vehículos al menos dos veces más grandes que el minúsculo 500. Pero la astronómica subida de los precios de la gasolina en 2008 y la crisis económica ha provocado que decenas de miles de familias e individuos se estén desprendiendo de tan pesada carga. Además, la firma R. L. Polk & Company (dedicada al estudio de mercados) ha revelado que los conductores estadounidenses están dejando en el pasado otra de sus señales de identidad: el cambio constante de vehículos. Según los datos de Polk, el tiempo medio que los estadounidenses están reteniendo ahora sus vehículos antes de comprar uno nuevo es de 56,3 meses, cuando hace seis años era de 49 meses. El estudio de Polk contiene, sin embargo, buenas noticias relativas para los castigados fabricantes de automóviles. Un tercio de los consumidores está planeando comprar otro vehículo en los próximos 12 meses y un 26 por ciento prevé que realizará una adquisición en un periodo de dos años. El problema para los fabricantes es que un 70 por ciento de los estadounidenses pensará en adquirir un vehículo utilizado en vez de uno nuevo la próxima vez que necesite cambiar su automóvil. Y un 72 por ciento considerará la compra de productos de General Motors, Ford o Chrysler en vez de la de fabricantes extranjeros. Sin embargo, una de las consecuencias positivas inmediatas de la decisión de los estadounidenses de mantener durante más tiempo sus vehículos es que, pese a la crisis, los talleres de reparación de todo el país están disfrutando de una relativa bonanza. Sólo este año, la edad media del sedán típico que conducen muchos en EE.UU. (autos como el Toyota Camry o el Chevrolet Malibu) pasará de 9,4 años en el 2008 a 9,6 en el 2009. Y la edad media de las camionetas (desde monovolúmenes como el Dodge Caravan hasta "pickup" como el F-150 o todoterrenos como el Jeep Cherokee) pasará de 7,5 a 8 años. La extensión de la retención de los vehículos provoca que los propietarios se estén preocupando en gastar más dinero para mantenerlos en buen estado, ya sea su carrocería o la mecánica. A pesar de estas tendencias, la realidad no es tan clara para muchos consumidores. Uno de los primeros efectos del mayor interés de los conductores por vehículos usados es que sus precios están subiendo, dijo Polk, que también constató la mayor demanda por vehículos en centros de subastas. La subida de los precios de los autos de segunda mano combinado con las ofertas (en muchos casos gangas increíbles) que fabricantes y concesionarios están lanzando para intentar captar clientes hace que la aritmética no sea tan fácil como podría parecer en un principio. El punto más esperanzador es que en el corto plazo, la demanda de nuevos vehículos se disparará ya que muchos consumidores están retrasando tomar esa decisión a la espera de que la situación económica mejore. Polk añade que entre 2007 y 2008 las ventas de nuevos vehículos se redujeron 3 millones de unidades, de 16,1 millones a 13,2 millones. La empresa prevé que en el 2012 las ventas en Estados Unidos sumen 14,2 millones de unidades.