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  Por el libro

21 de enero de 2009

La Opinion

Los hispanos de Nueva Jersey, los padres solteros de California y los ancianos de Rhode Island que compraron viviendas tienen todos algo en común: más de una tercera parte de ellos no pueden pagar sus hipotecas. La desigualdad socioeconómica sigue patrones bien conocidos en Estados Unidos, relacionados con la raza, la edad y el nivel educativo. Pero esas brechas fueron agudizadas por la explosión del mercado inmobiliario, seguida por la profunda crisis económica actual, según un análisis del censo de 2007.

Es cierto que las minorías progresaron en ingresos y adquisición de viviendas desde 1990, "pero ahora estamos dando marcha atrás", y el porcentaje de hispanos y negros con vivienda propia disminuye, según Edward Wolff, economista de la Universidad de Nueva York que estudia la distribución de la riqueza.

Casi 9,5 millones de hogares, o la quinta parte de los 52 millones de familias con hipotecas, dedican el 38% de su ingreso bruto, si no más, al pago de su hipoteca, impuestos a la vivienda y seguros. Si una familia gasta más del 38% en la hipoteca puede solicitar préstamos de emergencia de Fannie Mae y Freddie Mac.

El análisis realizado por Associated Press pone de manifiesto la magnitud de la crisis del mercado hipotecario y la forma desigual en que afecta a la gente en los planos geográfico y demográfico. Y la situación empeora: un 10% de las hipotecas están retrasadas en sus pagos o sometidas a proceso de embargo a comienzos de 2008, comparado al 6% de 2006.

Claramente, la crisis se ensaña más con las minorías.

Casi una tercera parte de los hispanos propietarios de viviendas empleaban al menos el 38% de sus ingresos en la hipoteca y los impuestos. Entre asiáticos y negros, una cuarta parte estaba en la misma situación, mientras que sólo el 16% de los blancos estaban tan acosados.

Muchas familias hispanas sacaron hipotecas costosas porque no tienen cuentas bancarias, sino que se manejan con dinero en efectivo, dijo Janis Bowdler, del Consejo Nacional de La Raza.

Es común que las familias hispanas tengan ingresos estables, pero muy pocos antecedentes bancarios. Esto baja su puntuación en la escala de riesgos de los prestamistas. Muchos tienen varias fuentes de ingresos, algunas no corroborables.

Durante el boom del mercado de la vivienda, los prestamistas hicieron gran negocio con los hispanos al cobrar intereses mucho más altos para concederles hipotecas.

"Les daban préstamos más onerosos", dio Bowdler.

Ahora, hispanos como los Cazares de California, no pueden pagar sus hipotecas. Joel, de 36 años, no trabaja desde hace más de un año debido a una enfermedad y cobra 550 dólares semanales de un seguro de incapacidad. Su esposa María, de 34 años, gana más o menos lo mismo como peluquera.

No pagan desde hace cuatro meses los 2.500 dólares de su hipoteca. La pareja, que tiene tres hijos, espera desde octubre que IndyMac, firma intervenida por el gobierno, modifique los términos del préstamos. Su objetivo es que les fijen pagos mensuales de 1,500 dólares.

Mientras tanto, restringen sus gastos al máximo; han suspendido su servicio de internet y utilizan sólo uno de los dos vehículos de la familia: aquél que consume menos gasolina.


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