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  Por el libro

21 de enero de 2009

La Opinion

Antes de tomar o rechazar cualquier consejo de una persona, sea por tu profesión, negocio o decisión financiera debes medir tu nivel emocional antes de llegar a cualquier conclusión y consecuente acción.

¿Te imaginas llevar la excitación de un resultado, el pesimismo o la rabia a una reunión de negocio o trabajo muy importante?

En un reciente estudio hecho por Maurice Schweitzer de la Universidad de Pennsylvania y Francesca Gino, de la Universidad Carnegie Mellon, muestran que las emociones no sólo influyen en la receptividad de las personas a los consejos que reciben, también influyen en su disposición a recibirlos, incluso cuando las emociones no tienen relación alguna con el consejo o con quien lo da.

El estudio "Blinded by Anger or Feeling the Love: How Emotions Influence Advice Taking" publicado en la revista especializada de Psicología Aplicada de la Asociación Americana de Psicólogos, describe que aquellos que experimentaron una experiencia gratificante tienden a confiar más y estar más receptivos a recibir consejos que aquellos con emociones neutrales. Ahora aquellos con una experiencia negativa tienden a ser menos receptivos a un consejo que los neutrales. Según el estudio, aquellos con mayor receptividad a un consejo son más certeros en sus juicios.

O sea, que las emociones pueden distorsionar los consejos que recibimos y, con eso, afectar su racionalidad. Esto aumenta cuando las decisiones son complejas porque utilizamos nuestro estado de ánimo para tomar la decisión.

Recuerdo el caso de una pareja donde ella quería una casa que ambos no podían afrontar. Al sugerirles que buscaran algo accesible a su bolsillo o que mejoraran su situación financiera, recuerdo que ella tomó mi sugerencia personal al creer que le estaba negando su deseo. La pasión por tener la casa, cegaba su razón. Entonces todo comentario lo tomaba personal al no separarse ella de la decisión financiera.

Mi gente, no importa el consejo de quién venga o el ambiente que te rodea, no olvides que tus emociones al momento de tomar la decisión pueden hacer la consecuencia una verdadera novela.

La diferencia es que en la vida real a veces no terminamos como los protagonistas.

Toma Nota.


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