15 de enero de 2009
El Comercio
Cerca de 400 habitantes del departamento de Ayacucho, muchos de ellos analfabetos, reclamaban hoy a la empresa piramidal Travel One la devolución del dinero que invirtieron para convertirse en representantes de viajes para vender cruceros y viajes de lujo a sus vecinos. Los habitantes de la empobrecida región altoandina se congregaron a la puerta de las oficinas de Travel One en Lima para pedir la devolución de los 1.253 dólares que cada uno de ellos pagó a cambio de un manual y un catálogo que los habilitaría para convertirse en representantes de viajes de la empresa con sede en Miami. El portavoz de los manifestantes, Aristóteles Medina, dijo hoy a Efe que los agentes de la empresa que acudieron a sus localidades para captar inversores nunca explicaron en qué consistía el negocio, qué es lo que los participantes tenían que hacer y cómo se recuperaba el dinero. Travel One es una empresa fundada en 1997 y se encarga de desarrollar y distribuir productos relacionados con el turismo en Estados Unidos, Puerto Rico, Panamá, República Dominicana, Islas Vírgenes, Costa Rica, México, Colombia, Ecuador, Guatemala, Perú y Argentina. El esquema de la empresa es piramidal, en virtud del cual la persona paga por los productos de la empresa (catálogos, ofertas, cursos) y luego cobra comisión por cada cliente que utilice los servicios o por cada nuevo representante que capte para la empresa. Sin embargo, los afectados señalaron que tan sólo recibieron promesas de recuperar pronto su dinero, más unos 300 dólares mensuales (el doble del salario mínimo en Perú) y que contarían con el apoyo de Travel One para que la inversión rindiera. Según refieren los afectados, meses después de haber ingresado el dinero en las cuentas de la empresa recibieron los documentos por los que habían pagado: un manual de turismo y un catálogo de cruceros y hoteles de todo el mundo en los que ellos y sus clientes gozarían de descuentos y "posibles cortesías". Junto a estos papeles también llegaron los términos y condiciones del contrato en los que se señalaba que, una vez inscritos, no había forma de recuperar el dinero, salvo captando a unas 15 personas dispuestas a pagar para formar parte de Travel One y gozar de sus beneficios. Entre los afectados que piden la devolución de su dinero se encuentra una mujer viuda, cuyo marido murió durante la guerra interna que asoló con especial virulencia la región de Ayacucho entre 1980 y 2000, que sólo habla quechua y que ahora afronta el embargo de la casa que hipotecó para entrar en Travel One. "Esta gente está afectada porque no saben leer ni escribir. Realmente estos productos que expone Travel One no son para Ayacucho, donde la gente no sabe lo que es Internet y vive a 4.500 metros de altura sin electricidad y no tienen cómo vender el producto", señaló Medina. En un escueto comunicado distribuido a los medios de comunicación, Travel One subrayó que opera en Perú bajo leyes preestablecidas "que deben ser asumidas y aceptadas por los consumidores" y rechaza "cualquier petición (...) que se haga por vías de presión que vulnere los derechos del empresario". Asimismo, la empresa señaló que su propio funcionamiento obliga a que sus representantes "mantengan altos estándares de conducta personal y comercial". Según portavoces de Travel One, hoy mismo está previsto que un abogado de la empresa proveniente de Panamá se reúna con los afectados para buscar una solución al problema. En este sentido, los manifestantes, que tuvieron que abandonar a sus familias y sus granjas en Ayacucho para acudir a la protesta, anuncian que no abandonarán la misma hasta que les devuelvan todo su dinero. Hace unos meses varios pobladores de la región Apurímac, vecina a Ayacucho y con niveles de ingreso económico más bajos aún, llegaron de la misma forma a las oficinas de Travel One para reclamar el dinero que invirtieron y regresaron a sus comunidades con la promesa de que se les devolvería una parte de lo depositado en la empresa.