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  Estirando el chavito

21 de octubre de 2005

No es una contradicción, se puede ahorrar dinero pagando primero esas deudas pendientes que a más de uno amargan la existencia cada mes.

Durante los últimos años fue muy común la extensión de crédito a personas sin grandes ingresos económicos (ahora la cosa está cambiando, pocas instituciones conceden líneas de crédito con la misma facilidad).

Lo que empezó siendo un monopolio entre unas pocas entidades financieras (Visa o MasterCard por ejemplo) y los bancos asociados, pasó a ser un mercado donde las grandes tiendas de departamentos empezaron a hacer su agosto particular.

Otras tiendas más modestas, aunque igual de ambiciosas, se encargaron de conceder plásticos y créditos a su clientela hispana basándose en criterios de más afinidad cultural que de verdadero poderío económico. ¿El truco? Siempre el mismo: una elevada tasa de interés.

Así es como se llega a ese fin de mes cuando las deudas agobian. Lo primero es hacer tres listas. La primera con todos los ingresos individuales o familiares; la segunda con todos los gastos previsibles del mes; la tercera es la suma del total de las deudas sin pagar.

Una vez hecho esto es clave adquirir el compromiso de gastar menos dinero que antes, desde luego menos que lo que se ingresa, y empezar a pagar deudas, pues cuanto antes se acabe con ellas, antes podrá empezar a ahorrar e incluso a invertir.

? Empiece eliminando aquellas tarjetas (incluyendo las de tiendas de departamentos) que le cargan más intereses y transfiera la deuda a la que cobra menos.

? Si prefiere una tarjeta sobre otras aunque le cobre más, llame por teléfono a la entidad y pida una reducción del interés. Diga que tiene ofertas mejores que está considerando. Por lo general funciona.

? Como norma general, pague siempre más del mínimo requerido. Así acabará antes pagando el principal de la deuda en vez de sentirse siempre acosado por un interés acumulado que en poco o nada disminuye el tamaño de la deuda. Por regla general, pague más a quien más le cobra, a largo plazo esta estrategia jugará a su favor.

Estos tres simples pasos le proporcionarán con el tiempo una solvencia y una liquidez que poco a poco le permitirán cambiar de estilo de vida. Es decir, en vez de pagar y no tener nada, pagar y tener algo: ésta es la gran diferencia.

Ahora bien, tampoco esto significa que usted no pueda pedir un crédito mientras acaba de pagar sus deudas. Según expertos, existen dos tipos de deuda, la buena y la mala.

La primera tiene una tasa de interés inferior al 10% y suele incorporar algunas ventajas impositivas. Preferiblemente, lo que usted compra con este crédito debe ser algo que se revalorice con el paso del tiempo, por ejemplo una hipoteca o un crédito universitario para usted o un familiar.

Según The Motley Fool (www.fool.com), los créditos para la compra de un vehículo suponen una deuda que no es ni buena ni mala. Por lo general responden a un interés bajo, pero salvo las piezas de colección, los automóviles en lugar de apreciarse se deprecian con el tiempo.

¿Cuáles son las malas deudas? Las demás; ya sabe por dónde pues tiene que empezar.


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