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  Que no te cojan de...

27 de febrero de 2006

Solamente el título de esta columna basta para ponerle los pelos de punta a cualquiera, pero depende de usted ser la próxima víctima o salir airoso en su próxima transacción inmobiliaria.

El hecho que voy a relatarles se conoció hace apenas unas semanas; pero el delito se fraguó por espacio de casi dos años. Comenzó con la aceptación de una persona recomendada para ejercer funciones de corredor de bienes raíces sin poseer las calificaciones ni la licencia correspondiente.

La compradora deseaba adquirir una propiedad para inversión y consideró que la ausencia de calificaciones y de licencia de corredor de bienes raíces no era importante y que aquella señora tan elegantemente vestida le ahorraría unos dólares en la transacción.

Le fue presentada una propiedad a la compradora que le fascinó. Quizá el precio era un poco elevado, pero la supuesta agente le dijo que ella lo arreglaría todo. Negociaron el contrato directamente con el propietario y luego se dieron cita con un amigo de la supuesta corredora, que se encargaría de obtener el financiamiento.

Las reuniones con el financista se realizaron en la residencia de la compradora, en presencia de la supuesta agente, pues el supuesto financista le informó que su oficina estaba en reparaciones.

La compradora les proveyó toda la información que le fue requerida y luego de muchos días recibió la noticia de que el préstamo le había sido negado. Después del desencanto, la compradora desistió de comprar y decidió ahorrar algo más para no ser rechazada la próxima vez.

Nueve meses después recibió la sorprendente noticia de que un banco iba a embargar una propiedad que ella ni siquiera tenía conocimiento que estaba a su nombre. ¿Cómo ocurrió?

Con calculada alevosía la pareja de supuestos profesionales compró una propiedad a bajo precio a nombre de ellos. Luego la vendieron a la supuesta compradora y obtuvieron un préstamo a nombre de ella utilizando toda la información que ésta les dio y las firmas obtenidas en documentos anteriores.

Tras elevar el precio del inmueble con la ayuda de un tasador inescrupuloso que les asistió en el fraude, obtuvieron una jugosa ganancia y desaparecieron.

Resumen: la propiedad no vale el monto de la hipoteca y su sorprendida dueña tiene una responsabilidad financiera a su nombre. Los abogados trabajan arduamente para resolver el caso. Por eso hay que exigir la presentación de la licencia correspondiente y asegurarse de que la persona trabaje para una oficina debidamente acreditada. Solicitar referencias resulta conveniente.


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