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  Por el libro

6 de mayo de 2006

Los expertos del estado físico llevan años clamando que "si no se usa, se pierde".

Sin embargo, muchos científicos ahora están ampliando el concepto tradicional del ejercicio y están pasando de bíceps desarrollados y espaldas fornidas a enfocarse en el órgano que es quizá el más importante del cuerpo humano, el cerebro.

Los partidarios de la buena forma mental señalan que el cerebro merece, y necesita, el tipo de respeto y atención que amerita como órgano extraordinariamente versátil responsable por una interminable lista de tareas administrativas.

Anotan que el cerebro debe, 24 horas al día y 7 días a la semana, regular simultáneamente las funciones inconscientes, como la respiración, la temperatura corporal y la digestión; las funciones inconscientes, como el movimiento y el habla; y las llamadas funciones cognitivas, como pensar, aprender, sentir y recordar.

Para que el cerebro pueda continuar toda la vida haciendo todo esto a la vez, los investigadores están comenzando a ver cada vez más al cerebro sano como un cerebro "ejercitado", que está estimulado y desafiado regularmente por tareas que exigen un riguroso trabajo mental.

Según los expertos, un estilo de vida que incluya actividades mentales incrementará el estado de alerta y la agilidad de pensamiento más allá de los años dorados, a la vez que previene la aparición de la demencia relacionada con la edad.

"Entre más actividades mentalmente estimulantes se realicen, como resolver crucigramas o jugar ajedrez, mejor", aseguró el Dr. Joe Verghese, profesor asistente de neurología del Colegio de Medicina Albert Einstein de la ciudad de Nueva York.

Verghese escribió en conjunto un estudio que halló que las personas de mayor edad que realizan diversas actividades mentales en los ratos libres, como tocar un instrumento musical, leer y jugar cartas o juegos de mesa, parecen reducir dramáticamente el riesgo de desarrollar demencia.

Aún así, recalcó que nunca es demasiado pronto para incorporar el ejercicio mental a las actividades diarias. De hecho, los expertos aseguran que es un hábito que se debe estimular desde la infancia.

"Si usted no lleva un estilo de vida en el que haya actividades de estimulación mental después de los cincuenta como hábito o estilo de vida, es poco probable que así sea después de los 60", aseguró Verghese.

La lista de opciones de actividades mentales prácticas es larga e incluye leer el periódico, escuchar música, escribir cartas y tomar cursos universitarios o de educación continuada. Hasta bailar ayuda, agregó Verghese.

"Cualquier cosa que haga que la mente trabaje más fuertemente, y eso incluye la actividad física", anotó.

El Dr. Joseph T. Coyle, profesor de psiquiatría y neurociencia de la Facultad de Medicina de Harvard, está de acuerdo en que la actividad física y mental regular es, por lo menos, una forma benigna de aumentar las probabilidades de permanecer más sano por más tiempo.

"Los crucigramas no son malos y en realidad podrían ayudar a prevenir la aparición de la demencia", aseguró. "Por eso, yo recomendaría hacer ejercicio regularmente, como caminar tres o cuatro veces a la semana, y encontrar un pasatiempo que disfrute y sea un reto intelectual."

Sin embargo, advirtió que un cerebro bien ejercitado no es una garantía absoluta de longevidad o de mejor calidad de vida.

"Está claro que hay profesores de Harvard que desarrollan enfermedad de Alzheimer y hay personas que sólo alcanzaron el tercer grado que viven más de 100 años", anotó Coyle. "Así que predecir casos individuales es difícil. Nada protege absolutamente".

El Dr. Lawrence Whalley es el autor de The Aging Brain, (el cerebro envejeciente) y además es psiquiatra y profesor de salud mental de la facultad de medicina de la Universidad de Aberdeen en Escocia. Está de acuerdo en que la salud del cerebro y la prevención de la demencia son asuntos complejos y muchos factores de estilo de vida interrelacionados están en juego.

"Ser socialmente activo, ser una persona que realice actividades mentales, contar con tiempo para la recreación, disfrutar de una buena dieta y no tener estrés son cosas que tienden a ayudar a evitar la demencia", aseguró.

"Básicamente, lo que sea bueno para su corazón es bueno para su cabeza", agregó Whalley. "La mortalidad por enfermedad vascular en los EE.UU. se ha reducido a la mitad entre 1965 y 1995 y éste es uno de los éxitos principales de la salud pública del siglo XX. Además, lo que la gente busca en la prevención de la demencia es lo mismo, porque los factores que todo el mundo sabe que predisponen a la enfermedad cardiaca también predisponen a la demencia.

"Así, no fumar y llevar una dieta balanceada y rica en antioxidantes que no conduzca a la obesidad funciona muy bien. Además, realizar actividades que sean un reto para la mente también debería ayudar, siempre y cuando impliquen un esfuerzo y realmente sea necesario hacer tentativas más elaboradas para terminar la tarea".

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