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  Por el libro

6 de mayo de 2006

Alfred Bernard, profesor de la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica) y autor de un conocido informe sobre los daños provocados por el cloro en niños que practican la natación desde muy pequeños, dijo esta semana que la higiene y la ventilación en las piscinas reducen drásticamente esos riesgos.

Bernard es responsable de varios estudios que revelan las lesiones en el sistema respiratorio que las piscinas cubiertas pueden provocar en los niños y especialmente en los bebés.

La publicación "alarmista y sin precisiones" de los resultados de estos estudios en algunos medios ha perjudicado a centros de la llamada "Matronatación" que sí respetan las condiciones de higiene recomendadas por el experto, según comentó la creadora de esta técnica de natación para bebés, la argentina Patricia Cirigliano.

El científico belga insistió en que el mayor peligro es la tricloramina, un gas contaminante producido por la mezcla del cloro con sustancias orgánicas, como la orina, el sudor y la saliva.

Para minimizar su impacto, hacen falta "estrictas condiciones de higiene, una ducha antes de entrar en la piscina y evitar la presencia de orina en el agua", según Bernard.

El problema es que "pocas piscinas respetan esas condiciones básicas y no se suele evaluar su calidad, lo que impide identificar su grado de seguridad".

Por ello, los padres tienen una gran responsabilidad a la hora de elegir la piscina a la que llevan a sus hijos, y deben "evitar aquellas donde existe un fuerte olor a cloro, señal de falta de ventilación", añadió.

Asimismo, advirtió del exceso de cloro en el agua, producto muy nocivo para los niños que lo ingieren de manera involuntaria.

Medios necesarios

Según Bernard, equipar las piscinas con los medios necesarios y ventilarlas con frecuencia resulta muy caro, razón por la que la mayoría incumple esas normas.

Para el científico, no es recomendable llevar a las piscinas a niños de menos de 6 ó 7 años, dado que antes de esa edad "no aprenden de verdad a nadar", sino que se limitan a disfrutar del agua, por lo que hacerlo supone sólo "adelantar el momento de la exposición al riesgo".

"Si creemos que existen productos tóxicos, hay que reducir la exposición; la prudencia es necesaria; se impone la prevención", añadió. El experto se refirió además a las alternativas que existen al cloro, como la ionización cobre-plata, un método de desinfección cada vez más extendido que, a su juicio, es el mejor para garantizar la calidad del agua. Otras posibilidades son los sistemas basados en el gas ozono, dijo Bernard.

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