17 de mayo de 2006
WASHINGTON (AP)--El presidente George W. Bush reiteró el martes que su gobierno no escucha las conversaciones telefónicas internas entre ciudadanos comunes, pero se negó a responder si la acumulación de información telefónica era una violación de la intimidad."No escuchamos conversaciones telefónicas internas sin autorización de las cortes", dijo Bush en una conferencia de prensa en la Casa Blanca, acompañado por el primer ministro australiano John Howard."Le he dicho al pueblo estadounidense que lo protegeremos de un ataque de al-Qaida. Y lo haremos dentro de la ley", dijo Bush."Este gobierno seguirá velando por la intimidad del pueblo estadounidense. Pero si al-Qaida realiza llamadas a Estados Unidos, queremos estar enterados y saber por qué", añadió.Es poco probable que las aseveraciones de Bush apacigüen a sus críticos, quienes acusan a Bush de excederse en sus poderes constitucionales y de usar el pretexto de la guerra contra el terrorismo para infundir temor y acumular más poder.Bush no respondió en forma directa cuando le preguntaron si no se cometía violación del derecho a la privacidad cuando la Agencia Nacional de Seguridad solicitaba los archivos de las compañías telefónicas.Para el jueves está convocada una audiencia del Senado para confirmar al general de la Fuerza Aérea Michael Hayden como director de la CIA. Como director de la NSA de 1999 al 2005, Hayden supervisó el programa de vigilancia sin orden judicial.La confirmación de Hayden podría verse impedida por preguntas sobre el programa y nuevas revelaciones acerca del banco de datos telefónicos de la NSA.Bush aparentemente reconoció de manera indirecta la magnitud del programa de escuchas telefónicas de la NSA al señalar en respuesta a un periodista que este "ha sido informado a miembros del Congreso de los Estados Unidos de los dos partidos"."Son conscientes de lo que sucede. El pueblo estadounidense espera que su gobierno lo proteja dentro de las leyes del país y yo seguiré haciendo precisamente eso", sostuvo.Los demócratas dicen que la Casa Blanca aplica un doble criterio al criticar las filtraciones de sus programas de seguridad nacional a la vez que aprueba las filtraciones sobre sus adversarios políticos para justificar la guerra de Irak. El mejor ejemplo de esa política, dicen, es la divulgación del nombre de la agente de la CIA Valerie Plame.