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  Por el libro

3 de julio de 2006

Uno de los locales de Ventanas, Puertas y Algo Más anunciaba de manera grandilocuente en el rótulo de su entrada: "Diseñamos al gusto del cliente, tus sueños son nuestro compromiso, llámanos".

El problema es, precisamente, que cuando muchos de los clientes llamaban para saber dónde estaban las puertas y ventanas por las cuales habían pagado cientos o miles de dólares, nadie les contestaba. Nadie les daba explicaciones. Nadie los atendía. Y, por supuesto, nadie les instalaba ninguna puerta ni ventana.

Los compradores y suplidores de Puertas, Ventanas y Algo Más -que se han organizado como parte de lo que parece ser el primer movimiento concertado de consumidores- aseguran que se les estuvo vendiendo mercancía hasta pocos días antes de que se cerrara la empresa en marzo de este año, con toda la intención de tomar su dinero y 'juyirse'.

Las historias de los consumidores, y las preguntas que tienen para el asediado presidente de la empresa, Carlos Rivera Muñiz, buscan que la Oficina del Síndico de Estados Unidos le deniegue a la compañía Tramec -bajo la cual está Ventanas, Puertas y Algo Más- la protección bajo el Capítulo 7 de la Ley de Quiebras que pretende obtener.

Si Rivera Muñiz obtiene la protección de la Ley de Quiebras, el Síndico venderá los pocos bienes que quedan de Tramec para pagarles a los acreedores una porción de lo que se les adeuda. Pero si no se le otorga la protección porque el Síndico determina que hubo estafa y se actuó de mala fe, se podría correr el velo corporativo y obligar a que Rivera Muñiz responda personalmente y a través de otras empresas por las deudas que tiene. Rivera Muñiz también se podría exponer a pleitos de clase por daños presuntamente causados a los acreedores.

Los abogados de Tramec o de Rivera Muñiz -Norma Magriñá y Víctor Thomas- no quisieron emitir declaraciones para esta historia.

Confrontado con una fila que parecía interminable de acreedores que acudieron a inquirirle a Rivera Muñiz sobre el dinero que depositaron, el empresario proclamó las siguientes explicaciones a sus otrora clientes en una vista el pasado jueves ante el Síndico: "se supone que lo llamaran, no se por qué no lo hicieron", " te deberían haber entregado esa mercancía", "te debieron haber contestado", "se debieron haber reunido contigo" y "se supone que se le entregara, desconozco por qué no se le entregó".

Ivette Barceló contó en la vista del jueves ante el síndico Wilfredo Segarra que esperó durante ocho meses por la mercancía que nunca le llegó. "¿Dónde está? ¿Dónde está el dinero de toda la gente que usted timó?", preguntó Barceló.

Rivera Muñiz intentaba contestar, pero la mejor descripción del estado del empresario la dio Carolina Báez, una de las suplidoras que ha tenido una participación vital en todo el caso.

"Él es blanquito y estaba colorao', colorao'. Bien rojo", dijo Báez.

Carlos Álvarez dio $1,500 por mercancía que nunca vio, Aracelis Rivera aportó $2,200 por puertas y ventanas que nunca llegaron y Carmen Nydia Figueroa, que soltó un depósito de $453, tuvo una pregunta tan lógica como directa para Rivera Muñiz: "qué hizo usted con mi dinero".

Las experiencias narradas en la vista ante el Síndico fueron muy personales.

"Yo soy una persona operada de cáncer y esto a mí me ha traumatizado. Usted se acoge a la quiebra y está sentado ahí de lo más tranquilo y nosotros nos quedamos arrolla'os. ¿Qué hizo con mis $1,425?", inquirió Sonia García.

Iván Rodríguez, quien reclama $8,750, tuvo una pregunta similar: "¿dónde está el dinero nuestro?"

En la lista para que los consumidores se anotaran para participar de las vistas, los primeros dos presentes se describieron como "acreedores", y el resto se catalogó como "timados".

Para muchos de los que acudieron el proceso cuasi-judicial fue una catársis. "Mira, ése es el tipo", comentaba un consumidor a otro sentado a su lado cuando Rivera Muñiz entró a la sala por una puerta trasera.

Hubo quienes recurrieron a préstamos para conseguir las 'gangas' que ofrecían Ventanas, Puertas y Algo Más. Otros, personas mayores casi todos, dieron gran parte o la totalidad de sus ahorros para las mejoras a sus casas que, como sugería el rótulo de la empresa, era el sueño que esperaban se convirtiera en el compromiso de Ventanas, Puertas y Algo Más.

La empresa ofrecía precios muy por debajo de la competencia en la fabricación e instalación de puertas, ventanas y vitrales.

"Era tentador, caí, cae cualquiera", dijo María Ramos, quien depósito $1,753 en el local de Villablanca en Caguas y quien ha trabajado como la principal organizadora de los consumidores enconados.

A la abogada Magriñá se le escuchó decir que estaba perdiendo la paciencia cuando narraban sus historias la retahíla de acreedores, muchos de los cuales esperaron por meses por la mercancía comprada.

También acudieron a las vistas suplidores como Sultana Screens, cuyo gerente Gonzalo González le recordó a Rivera Muñiz que le adeuda $85,420 y le preguntó por qué se fue a la quiebra si en 2005 fue cuando más materiales le compraron a su empresa.

"Fue por gastos operacionales... la venta se cayó y no tuvimos la ligereza", respondió Rivera Muñiz.

González, sin embargo, manifestó que por cada dólar de materiales que Sultana Screens le vendía a Ventanas, Puertas y Algo Más, ésta generaba $4.

Rivera Muñiz, evidentemente incómodo ante toda la situación, tendrá que enfrentar el mismo proceso durante una tercera vista que el Síndico pautó para el próximo 24 de agosto.

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