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  Por el libro

6 de julio de 2006

Sofocados por las tasas de interés más altas en cinco años y por un creciente índice inflacionario, los consumidores en el sur de la Florida y el resto del país están quedando morosos con sus acreedores, poniendo en riesgo su historial crediticio.

Los compradores que deben dinero en sus tarjetas de crédito, préstamos por el valor acumulado de sus propiedades o en alguna otra deuda con interés variable, encaran un notable aumento en sus compromisos financieros. Esto, aunado a los altos costos energéticos y de los servicios básicos, les ha puesto la soga al cuello, costándoles retrasos en sus obligaciones monetarias.

Adicionalmente, el monto mínimo de pago obligatorio en los estados de cuenta de los usuarios del plástico, se ha duplicado para millones de suscriptores desde que a comienzos de año los reguladores federales determinaron que los prestamistas debían incrementar los abonos mensuales básicos.

'Los presupuestos de las familias han estado apretados en el último año, la tasa de ahorros ha sido negativa, y el incremento en otros gastos ha causado aún más presión', afirmó Greg McBride, analista de Bankrate.com, una firma de finanzas personales en el condado Palm Beach.

Cifras difundidas la semana pasada por la Asociación Nacional de Banqueros concluyen que los pagos morosos a las tarjetas de crédito aumentaron a 4.4 por ciento durante el primer trimestre del corriente, en comparación con el 4.27 por ciento en el último trimestre del 2005.

'Los pagos de los préstamos de las tarjetas de crédito son susceptibles a las presiones económicas', declaró James Chessen, el economista jefe del gremio.

'La Reserva Federal sigue elevando las tasas de interés', agregó, ``y los altos precios energéticos están picoteando los ingresos discrecionales'.

Intereses más altos obstaculizan la fluidez de los pagos a las tarjetas de crédito ya que el costo del préstamo engulle una porción mayor de cada dólar que se desembolsa.

A finales de junio, el Banco Central aumentó de 5 por ciento a 5.25 por ciento la tasa básica que cobra a los bancos comerciales por sus empréstitos, el gravamen más elevado en más de cinco años.

Al subirle el precio del dinero a la banca --que su vez aumentó la tasa básica comercial a 8.25 por ciento--, los costos son transferidos a los consumidores, impactando los préstamos con tasas fluctuantes, el interés en las tarjetas y las solicitudes futuras de financiamiento.

La Reserva Federal ha prensado el crédito con miras a enfriar la economía y mantener la inflación controlada. Sin embargo, el índice de precios al consumidor aumentó 4.2 por ciento en los últimos 12 meses, según un informe del Departamento del Trabajo correspondiente a mayo.

Andreia Marshall, de Delray Beach, se encuentra entre quienes han quedado rezagados en sus pagos a raíz del alto costo de la vida.

'Llegó al punto en que las compañías de tarjetas de crédito me estaban llamando', dijo Marshall a la Associated Press. ``Es agonizante, uno se siente como si se estuviera ahogando, y entonces te sientes mal contigo mismo'.

En años anteriores, los consumidores --cuya deuda total es de $1.3 billones [millones de millones]-- alcanzaban a pagar los saldos de sus tarjetas refinanciando sus hipotecas o con una línea de crédito abierta con garantía de la propiedad. Pero en meses recientes, las tasas de los préstamos a largo plazo también han ido escalando, lo cual ha afectado los compromisos hipotecarios.

Los compradores que aprovecharon las seductoras tasas hipotecarias para cerrar préstamos de interés único (aquellos sin pago de cuota principal) por tres años a menos del 4 por ciento, están renovándolos por intereses hasta de 7 por ciento, resaltó Howard Dvorkin, el presidente de Consolidated Credit Counseling Services en Ft. Lauderdale.

Simultáneamente, la tasa de ahorro se mantiene por debajo de cero, por lo que los consumidores no tienen a dónde recurrir en busca de socorro.

'Los hogares no tienen más espacio en sus presupuestos ni para ahorrar ni para pedir prestado', resaltó McBride. ``Si a eso se le agrega las crecientes tasas, el resultado es un aumento de las moras'.

Por otra parte, nuevas regulaciones bancarias --que buscan acelerar los pagos mensuales de los préstamos en tarjetas con el fin de proteger el endeudamiento endémico de los compradores-- han conseguido aumentar el desembolso mínimo a las tarjetas para que éste cubra los cargos y costos financieros, así como el 1 por ciento del balance adeudado.

'Cuando una persona tiene embrollos para pagar sus facturas, lo primero que hace es no pagar las deudas que no tienen obligación colateral como las tarjetas de crédito, los préstamos personales y la cuentas médicas. Luego deja pasar las cuentas de los servicios básicos, el pago del préstamo del auto y, finalmente, el de la hipoteca', comentó Dvorkin.

Quedar morosos con las tarjetas de crédito puede traer consecuencias garrafales para los consumidores, advierten los expertos. Los pagos atrasados desploman la calificación crediticia del consumidor, y esto a su vez impide la aprobación de futuros préstamos, a menos que sea con intereses notablemente más elevados.

Los asesores financieros recomiendan que los deudores paren de usar sus tarjetas de crédito, encuentren la forma de liquidar parte de su deuda con efectivo y transfieran los balances con altos intereses a tarjetas con índices menores. Si el retraso es de más de 60 días, debe buscarse ayuda de una agencia de consejería crediticia.

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