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  Que no te cojan de...

12 de diciembre de 2006

Por: El Nuevo Herald

Todo el que recibe cobertura de salud a través de su empleador sabe que en los últimos años la cantidad que se le deduce de su salario ha subido como un cohete hasta la estratosfera, mientras que el cheque de su nómina parece arrastrar un pesado lastre que le impide alzar el vuelo.

Lo que tal vez muchos desconocen es cuán grande es la diferencia entre uno y otro.

Un trabajador promedio de la Florida ha visto cómo el precio de su seguro médico ha aumentado 4.7 veces más que sus ingresos en los últimos seis años, según un estudio publicado ayer.

Los $6,812 que costaba en el 2000 un seguro médico familiar obtenido a través del empleador, equivalía a $12,618 seis años después. Esto supone un aumento del 85.2 por ciento, según el estudio Primas versus sueldo de Families USA, una organización no partidista con sede en Washington, D.C., que aboga por una cobertura universal de salud de la población estadounidense.

Paralelamente, la cobertura para un solo individuo en el mismo período de seis años aumentó un 74 por ciento, al pasar de $2,600 a $4,530.

En contraste, el ingreso promedio de un empleado pasó de $22,753 a $26,907, una diferencia del 18.3 por ciento.

Si esas cifras se ajustan con la inflación, lo que los economistas llaman el ingreso real, el salario promedio ha disminuido en casi $1,000, por lo que la brecha sería aún mayor.

'Como resultado, el coste de la salud consume una porción cada vez mayor del presupuesto familiar y causa privaciones sustanciales', consideró el informe. ``Si esa tendencia sigue, más y más familias terminarán en las filas de los sin seguro y los precariamente asegurados'.

Los aumentos son en todo tipo de seguros, tanto para empleador como para empleado. De los $12,618 que cuesta el seguro promedio para una familia, el empleador paga $9,022 y el empleado $3,596. Esto representa un aumento respectivo del 86 y el 82 por ciento.

Uno de los efectos de estos aumentos es que las empresas tienen que canalizar una mayor proporción de su presupuesto para cubrir el seguro, en perjuicio de posibles aumentos salariales de sus empleados.

Otro efecto es que, para abaratar las primas, reducen la calidad de la cobertura que ofrecen a sus empleados, quienes se ven obligados a pagar más deducibles y copagos.

'Al final, sale del mismo cheque del empleado, pero de modo indirecto', dijo Kathleen Stoll, directora de política de salud de Families USA.

Stoll señaló que su informe es el primero que ofrece un panorama, estado por estado, de la brecha entre el precio de la salud para los asegurados y su poder adquisitivo. En sus cálculos utilizaron estadísticas de la Oficina del Censo, la Agencia de Calidad e Investigación de la Salud del Departamento federal de Salud y Servicios Humanos, además de fuentes académicas.

En el contexto nacional, las cifras divulgadas ayer colocan a la Florida en el vagón del medio --el puesto 23-- en la crisis de costeabilidad de la cobertura médica. A nivel nacional, el precio de los seguros ha aumentado 6.4 veces más que el ingreso medio, casi dos puntos por encima de lo que lo hizo en Florida.

Stoll lo atribuyó a un aumento de los salarios en este estado por encima de la media nacional del 11 por ciento, a pesar de que el aumento del coste del seguro es también superior a la media del 73 por ciento.

'No es que eso tampoco sea de mucho consuelo para los floridanos', agregó Stoll.

Un 19 por ciento de los residentes de la Florida menores de 65 años carecen de seguro de salud, proporción que se eleva al 24 por ciento en el sur de la Florida, donde un millón de personas viven sin cobertura, según un reciente estudio de la Universidad de la Florida.

'Estamos muy conscientes de ello, y hemos presentado soluciones innovadoras', apuntó Melvin A. Fletcher, vicepresidente de Asuntos Médicos de la aseguradora Blue Cross and Blue Shield of Florida, el mayor proveedor de planes de seguro del estado.

'Desafortunadamente, la Florida --y el sur de la Florida en particular-- cuentan con unos de los costos más altos de sanidad', agregó.

Entre estos productos innovadores, para personas que no reciben cobertura en su empleo, están desde los seguros que sólo cubren hospitalización e intervenciones quirúrgicas, hasta planes familiares donde el copago es el 50 por ciento.

Sus detractores señalan que estas alternativas ayudan muy poco a las familias de ingresos reducidos, que difícilmente pueden pagar los altos deducibles.

Para Fletcher, las claves para frenar el alza desenfrenada son un mayor interés de la población en mantenerse saludable, y que tengan en cuenta el costo como factor a la hora de sopesar tratamientos. 'A veces un electrocardiograma te dice lo mismo que una resonancia magnética (MRI)', observó.

Aunque la industria de los seguros subraya que en los dos últimos años el incremento del costo se ha estabilizado en 8 por ciento a nivel nacional, Fletcher no se mostró optimista ante una reducción de precios.

'¿Se detendrá? Lo dudo, porque hay más innovaciones en la medicina que son más caras', agregó.

El informe de Families USA señaló que la brecha entre costo e ingresos origina una espiral perversa en la que una atención médica más precaria aumenta las probabilidades de enfermedades, lo que a su vez equivale a una reducción de ingresos por pérdida de horas laborales o del empleo.

Más de la mitad de las bancarrotas se deben en su totalidad o en parte a los gastos médicos, recordó el estudio, en referencia a un informe publicado el año pasado en la revista Health Affairs.


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