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  Estirando el chavito

2 de enero de 2007

Por: El Nuevo Herald



L
a temporada de compras de las
fiestas comenzó con fortaleza, terminó con fortaleza y estuvo débil en el
período intermedio.


Si bien los extremos fueron sólidos, la temporada no fue feliz para los
minoristas, que dependen de las ventas de Navidad para una gran proporción de
sus ganancias anuales. Las ventas minoristas entre el Día de Acción de Gracias y
la Navidad subieron un 3 por ciento en comparación con el 2005, según MasterCard
Advisors.


El aumento refleja el día de compras adicional este año y se compara con el
incremento del 5.2 por ciento el año pasado.


Para los mercados financieros, el ciclo bipolar de anticipación y decepción
durante la temporada navideña es un rito anual de transición. Las ventas están
fuertes. No, las ventas están débiles. No, están fuertes. En la mayoría de los
casos, la volatilidad de las ventas no acompaña la volatilidad emocional.


Al final de todo, ¿vale la pena esta desesperación? Cuando todo haya pasado,
y cuando recibimos la enésima revisión de las ventas minoristas por parte del
Departamento de Comercio, ¿habrá estado justificada la montaña emocional?


Los análisis post mortem sugieren que las ventas no estuvieron a la altura de
las expectativas este año (la relatividad prevalece sobre lo absoluto en Wall
Street). Los consumidores compraron antes (el fin de semana de Acción de
Gracias), no con frecuencia, y terminaron con un bang en el fin de semana
anterior a las Navidades.


Durante la pasada semana los consumidores canjearon las tarjetas de regalo
que recibieron (la 'venta' se cuenta cuando la tarjeta se usa, no cuando es
emitida).


Esta semana, es el turno de los minoristas de dar las noticias sobre las
ventas de la época de fiestas y tal vez insinuar que las hicieron para obtener
sus ganancias.


El año pasado, el cuarto trimestre representó casi un tercio de las ganancias
del sector minorista y el 27 por ciento de sus ventas, según Niemira.


Apretar una tajada grande de los gastos de la gente en un frenesí de compras
de regalos a fin de año genera una abundancia de regalos mal considerados:
millones de corbatas indeseadas, marcos para retratos o fotos y medias que, de
haber encontrado a sus dueños correctos, podrían haber llevado mucho más
satisfacción'.


Eso no convencerá a los niños, me temo. Para nosotros, los adultos,
especialmente quienes vemos las lecciones de la economía en la vida cotidiana,
darnos cuenta de todos los gastos ineficientes me ha dado una nueva apreciación
por los parientes que evitan los centros de compras y simplemente envían
efectivo.




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