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  Por el libro

28 de enero de 2007

Por: El Nuevo Herald


U
na prueba más de que la sociedad en general, y en concreto la del consumo, se encuentra en constante evolución es la nueva corriente que lleva a los ciudadanos de Estados Unidos a comer en el mismo supermercado tras hacer la compra.


Inmersa en una vorágine social en la que se entremezclan el deseo de tener un cuerpo 'perfecto' con las constantes incitaciones al consumo, ahora la cultura estadounidense se ha inventado la 'moda' de comer en los supermercados.


Y los supermercados convertidos en restaurantes ofrecen de todo: desde bufés de ensaladas hasta barras de sushi, pasando por mini-marisquerías o, para el que le guste, la 'comida basura' de toda la vida: pizzas y perritos calientes.


Por comodidad, cercanía, simplemente por pereza o porque hacer la compra da hambre, la idea cuaja.


Empresas como la cadena Wegmans se encargan de atraer convenientemente al comprador, al que ofrece una variedad de alimentos atractivos y equilibrados, entre los que destacan las ostras, el sushi o las sopas y ensaladas, a un precio asequible y sin que, además, haya que dejar propina.


Y esto es especialmente atractivo en un país en el que es obligado dejar por lo menos el 15 por ciento en concepto de 'propina' al camarero.


Además, este tipo de comidas sencillas, rápidas de elaborar y, sobre todo, de consumir, permite a los ciudadanos resolver uno de los problemas más cotidianos: la falta de tiempo.


Igualmente, parecen ayudar a solventar el problema de la obesidad, que ya es epidemia en un país donde el 15 por ciento de los menores de edad, según un informe de la Universidad de Duke de 2004, es obeso.


Otro estudio realizado en 2005 por el grupo de defensa de los consumidores 'Trust for America's Health', reveló que el 64,5 por ciento de los adultos estadounidenses son obesos o padecen sobrepeso.


Según datos de 2002 de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), el 23,7 por ciento de latinos menores de 11 años residentes en Estados Unidos también son obesos.


'Nunca antes lo había probado y la verdad es que cualquier novedad de este tipo resulta atractiva', asegura a Efe Greg mientras degusta un sandwich, ante la atenta mirada de una mujer que pasea su carrito de la compra repleto de productos. 'Práctico y barato, seguro que repito', continúa.


Este joven blanco y de aspecto atlético es estudiante y vive lejos de su familia en Washington.


Y es que la soledad, por una u otra razón, es un caldo de cultivo excelente para esta moda de la comida solitaria, sana y rápida.


Para evitar las soledades, sin embargo, algunos establecimientos han decidido colocar mesas redondas en lugar de asientos individuales. Lo que en definitiva puede resultar un buen método para relacionarse.


'Es divertido', comenta Elisabeth Royal, una joven estudiante extranjera que asegura que ``es muy difícil conocer gente en una gran ciudad. De esta manera, por lo menos es posible'.


Otras, como Carol, que es una mujer afroamericana y de mediana edad, afirman que no han comido 'nunca dentro en un supermercado', porque prefiere mantenerse fiel a sus costumbres, ``más tradicionales'.


'Sencillamente, no me gusta comer en el mismo sitio al que voy a comprar la comida. Me gusta pensar que cada cosa tiene su lugar', comentó.


Pero, de todas formas, el negocio está asegurado para los propietarios. Dentro de una sociedad tan cosmopolita como la estadounidense, la variedad en la gama de productos que se pueden elegir (comida china, japonesa, turca, india, mexicana, mediterránea o incluso fast-food) resulta fundamental para su éxito.


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