30 de enero de 2007
Por: El Nuevo DiaMercy Páez, secretaria de la Iglesia Nuestra Señora de Fátima, en Hato Rey, jamás imaginó que el caballero que ayer a media mañana le pidió permiso para entrar al templo a orar tomaría la terrible decisión de privarse de la vida frente al altar mayor de esa casa de oración.Páez relató a El Nuevo Día que llamó al Servicio de Emergencias 9-1-1 con la esperanza de que algún paramédico le salvara la vida, pero al observar el cuerpo inmóvil sobre el frío marmol, Ángel de la Rosa, conserje en el templo, le adelantó que el hombre estaba muerto.Suicidios en enero 2007 18 hombres 3 mujeresFuente: Instituto de Ciencias ForensesSuicidios del 2000 al 200520003152001
2802002
2482003
2072004
3212005
325Fuente: Tendenciaspr.com, basado en datos de la PolicíaYa en horas de la tarde, la Policía confirmó que el suicida era el comerciante José Ignacio García Huertas, de 64 años, un veterano del Ejército y quien también laboró durante 15 años como jefe administrativo de la Oficina de Alguaciles Federales en San Juan. "Yo estaba frente a la computadora y no lo vi de inmediato. Pensé que llevaba mucho tiempo esperando, pero me dijo: ‘no te preocupes, sólo vengo a orar’. Cuando le permití pasar al templo me respondió: ‘Muchas gracias, pase buen día’", recordó nerviosa Páez.Explicó que habrían transcurrido unos 15 minutos cuando escuchó un ruido. En ese momento, precisó que De la Rosa entró a la oficina y le indicó que un hombre se acababa de matar en el altar. Ángel de la Rosa narró a El Nuevo Día que estaba barriendo el templo y notó que García Huertas, sentado en el primer banco de la fila derecha, escribía en un papel amarillo. El conserje sostuvo que continuó su tarea de limpieza, pero minutos después, cuando estaba a mitad del pasillo derecho escuchó una detonación y observó al hombre desplomarse.Cuando las autoridades acudieron notaron cerca del cadáver los espejuelos de García Huertas, su celular con 7 llamadas sin contestar y un sobre blanco con una carta a manuscrito. Allí también ocuparon un revólver calibre 38 con una bala disparada.La Policía indicó que García Huertas escribió en el sobre que se notificara sobre su "drástica decisión" a su hijo mayor y precisó el número telefónico para contactarlo. En la carta, el militar jubilado pidió perdón a sus hijos y también a los sacerdotes, sostuvo José Marrero, director del CIC en San Juan.Marrero dijo que García Huertas expresó en la misiva que resolvió suicidarse debido a problemas económicos, que lo ponían al borde de la bancarrota porque las cosas estaban difíciles en el País. En el escrito, de forma reiterada pidió excusas por su acción, reclamó que llamaran a su abogado y que oraran por él, agregó el directivo del CIC.A las 12:27 p.m., las autoridades permitieron que Monseñor Roberto González, arzobispo de San Juan, se acercara al altar donde roció con agua bendita el cadáver de García Huertas y encabezó una oración "para encomendar a la misericordia del Padre el alma de este ser humano". En una inusual escena, a la oración se unieron los técnicos de Emergencias Médicas, el agente investigador, Pedro Olivo, los fiscales Clara Legier y José Capó, así como otros agentes. González lamentó la violenta muerte y destacó que "sólo Dios, que es el juez final, podrá juzgarlo". Recordó que el templo es "el lugar de la misericordia y la esperanza". Aclaró que, contrario a creencias populares del pasado, no se debe interpretar que la teología condena absolutamente el suicidio porque hay que considerar factores sicológicos y la complejidad del ser humano.