12 de julio de 2007
Por: La OpinionEl agravamiento de la crisis de las hipotecas en Estados Unidos ha causado un cierto pánico entre los inversionistas, lo que ha generado una caída de las Bolsas y el retroceso del dólar hasta niveles históricos frente al euro. El factor desencadenante de este nuevo capítulo de la crisis inmobiliaria fue la advertencia que lanzaron el martes las dos principales agencias de calificación de riesgo, Moody’s y Standard & Poor’s, de que revisarán a la baja la calificación de los bonos hipotecarios. En la actualidad se calcula que existen cerca de 800,000 millones de dólares en bonos titulizados, es decir, bonos que se emiten con el respaldo de los ingresos que genera un paquete de hipotecas. Una revisión a la baja de la calificación de estas firmas supone un desastre para los inversionistas que compraron estos bonos, y que, de alguna manera, respaldaron con su dinero el auge de la tremenda burbuja inmobiliaria que ha disfrutado EU en los últimos años. La reacción de los mercados a esta advertencia no se hizo esperar, y el Dow Jones de Industriales, la principal referencia de Wall Street, cayó casi 150 puntos el martes, ante el temor a que se produzca una grave crisis en el sector inmobiliario, uno de los motores de la economía de EU y ayer estuvo batallando para no continuar bajando y al alza con el Dow Jones en 13,577.87. Pero la peor parte se la ha llevado el dólar que, ante un panorama tan desolador, ha sufrido dos retrocesos consecutivos frente al euro, con el que ayer marcó un nuevo mínimo histórico en el nivel de los 1.3777 dólares. Los inversionistas temen que la crisis inmobiliaria obligue al Banco de Reserva Federal (Fed) a reducir los tipos de interés, situados actualmente en el 5.25%, como medida para reactivar el crecimiento económico. Una nueva bajada de tipos restaría atractivo a los activos financieros denominados en dólares, lo que haría que los inversionistas emigraran a otras zonas con mejor rentabilidad, como Europa, donde existen expectativas de nuevas subidas. Ello ha castigado al dólar en las últimas semanas, y algunos analistas estiman que el euro podría alcanzar este año los 1.40 dólares. Se trata de las subprimes, unas hipotecas de alto riesgo que los bancos han estado concediendo en los últimos años a personas sin solvencia financiera y con ingresos dudosos. Durante unos años el sistema funcionó bien, porque los bajos tipos de interés que disfrutaba Estados Unidos hicieron que la morosidad se mantuviera en niveles mínimos, aunque todo empezó a cambiar a finales del año pasado, cuando la tasa de impagos alcanzó el nivel máximo de la última década. Entonces, muchos dirigieron sus críticas hacia las entidades financieras, por los bajos niveles de control que habían aplicado, y también hacia las agencias de calificación, que respaldaron con sus recomendaciones los numerosos fondos que se estaban creando con el respaldo de las subprimes. Ayer, en una primera reacción pública, que fue interpretada por muchos como una rectificación, S&P advirtió que estaba estudiando rebajar la calificación a 612 bonos de titulización hipotecaria, que gestionan un total de 12,000 millones de dólares. Esta entidad citó como motivo la creciente morosidad entre las hipotecas de alto riesgo que sustentan estos bonos, la caída de los precios y las escasas medidas de control que aplicaron las entidades. También mencionó la posibilidad de fraude en el sector, que coincide con el anuncio del procurador del Distrito del Sur de Nueva York de que imputaba a 26 personas en una trama de defraudar a través de la venta de hipotecas. Horas después de S&P, fue Moody’s quien reconoció que iba a rebajar la calificación otorgada a 399 fondos y que iba a revisar la de 32 fondos adicionales, con un valor global de 5,200 millones de dólares.