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  Estirando el chavito

30 de julio de 2007

Por: Primera Hora

Fuera de control el costo de los libros.

Sin contar el costo de matrícula, uniformes y otros materiales que requiere el regreso a clases, donde sin duda alguna se deja una gran tajada del presupuesto familiar, los puertorriqueños que tienen hijos en colegios privados deben separar entre $200 y $1,500 por cabeza, sólo para la compra de libros.

Sí, leyó bien... hasta $1,500.

La verdad es que tener en las manos una lista de libros, específicamente para los niveles escolares intermedio y superior, le eriza la piel a cualquiera.

A pesar de lo increíble que puedan sonar las cifras, la realidad es que cada año las familias puertorriqueñas invierten más y más dinero en la compra de textos y no hay ninguna entidad que pueda establecer un control.

De hecho, este año las casas editoriales, incluyendo las locales, aumentaron sus precios entre un 15% y un 20%, indicó a PRIMERA HORA Claudia Agudelo, propietaria de la Librería Betances en Bayamón, alza que obviamente se le pasa al consumidor.

“Te estoy hablando de que un libro de primer grado de español y de carpeta blanda cuesta $51 y el año pasado costaba unos $42”, explicó Agudelo.

El Departamento de Asuntos del Consumidor (DACO) era el único organismo que de cierta forma amortiguaba un poco el golpe al consumidor con un reglamento que les daba la opción a los padres de escoger entre la edición de un libro de texto más vieja y la nueva en caso de que los cambios en comparación con la nueva edición fueran mínimos.

Sin embargo, el juez federal Héctor Laffitte declaró inconstitucional la reglamentación alegando que ésta violaba la Primera Enmienda de la Constitución de Estados Unidos que garantiza la libertad de expresión y de academia.

“El tribunal federal nos quitó mucho poder, nosotros tratamos de pelear hasta lo último y se pensó que íbamos a salir favorecidos pero no fue así”, dijo Lisa Estrada, subsecretaria del DACO, sobre la decisión de 2005.

Por las nubes

Según pudo constatar PRIMERA HORA, el costo de los libros en varias escuelas privadas del país para un año escolar fluctúa entre los $200 y $1,500, dependiendo del grado que curse el niño, el colegio, las materias que vaya a tomar y si está en nivel avanzado o regular.

Por ejemplo, el costo de los libros exigidos por el Colegio Marista de Guaynabo para sus estudiantes de cuarto año regular asciende a $1,503.33 sin incluir el impuesto sobre las ventas y uso (IVU) que serían poco más de $100.

La lista de este colegio incluye 32 libros, entre éstos algunos especializados, varias novelas, un diccionario y una biblia, según publicado en la página electrónica de la Librería Educativa.

Este colegio incluye cinco textos cuyo precio sobrepasa los $100. Éstos son para las materias de química ($132.26), física ($154.76), estadística ($127.76), cálculo ($117.86) y biología ($101.66).

Para el noveno grado, el total de libros requeridos son 27 y éstos suman $793.29.

Al Colegio Marista le sigue el Colegio Rosa-Bell, también en Guaynabo. En este caso el costo de los libros para el noveno grado llega a los $741.44.

El pedido de libros del Colegio Lourdes en Hato Rey, para sus estudiantes del noveno grado está en los $606.16. Mientras, el Colegio Dáskalos en Cupey fue un poco más “considerado” y la inversión exigida a los padres, también para el noveno grado, es de $442.67.

Los padres cuyos niños cursan del prekinder al sexto grado son los que por regla general gastan menos en textos. Pero, gran parte de lo que se economizan lo invierten en la lista de materiales que la escuela exige al inicio de clases, como crayolas, pinceles, témpera, delantal plástico y pega líquida, entre otros.

La lista del Colegio La Piedad en Carolina, para kindegarten incluye 11 textos para una inversión total de $258.73. En el caso de la Dorado Academy la inversión para el mismo grado es de $113.37.

¿Qué puede hacer el DACO?

De lo único que puede asegurarse el DACO es de que cada escuela privada les entregue a los padres, antes del 15 de mayo, la lista de los libros para el próximo año escolar. Eso es todo.

Los padres pueden gritar o patalear por los precios pero, al final, tienen que regirse por las exigencias de la escuela o cambiar al niño de institución. Ésas son las dos opciones reales.

Ningún organismo puede intervenir con el precio de los libros que requiere el colegio como parte de su currículo, porque eso sería interferir con el proceso de enseñanza de las escuelas y los maestros.

“Nosotros no interveníamos con el precio de los libros, pero permitir que el padre comprara otra edición era un alivio real. A veces lo que cambia de una edición es un número de página o el orden de un párrafo pero los maestros se quejaban, porque el estar buscando cuál era la página en dos ediciones le quitaba tiempo de clase”, dijo Estrada.

El magistrado federal también declaró inconstitucional en ese momento la Ley 116 que disponía que las escuelas privadas tenían que celebrar una asamblea de padres para la aprobación de los libros de textos, conjuntamente con el consejo escolar. Ahí sí los padres podían pelear si consideraban exorbitante un precio.

En cuanto a la entrega de la lista a los padres, Estrada indicó que todas las escuelas privadas cumplieron, al igual que las casas editoras, que tienen que someter ante el DACO copia de los contratos que tienen con las escuelas y los precios a cobrar.

“Ellas siempre cumplen. Sólo hubo como dos o tres que no entregaron para el 15 de mayo, pero se les envió una notificación y lo hicieron”, sostuvo.



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