12 de agosto de 2007
Por: La OpinionCincuenta y tres millones de escolares volverán a las aulas el próximo 5 de septiembre y los padres de esos millones de estudiantes visitan ya las tiendas para proveerse de lápices, colores, crayolas, cuadernos y papel. Sin embargo, el gasto que más preocupación les causa es la ropa, un detalle que aprovecha el comercio y en torno al cual se desarrollan grandes campañas de publicidad. Según la Oficina del Censo de Estados Unidos, la venta de ropa en agosto del año 2005 alcanzó los 6.6 billones de dólares, monto que sólo pudo ser superado por el reportado en los tres últimos meses de ese mismo año y que tuvieron por justificación las fiestas de fin de año, es decir, el Día de Acción de Gracias y Navidad. Fiel al presupuesto El doctor Allen Martin, del Departamento de Familia y Ciencias del Consumidor de la Universidad de Northridge, recomienda enfrentar los gastos del retorno a clases con un presupuesto bajo el brazo, cálculo que en su opinión, debería ser estrictamente respetado. La regla de oro, según su opinión, es no gastar, bajo ningún motivo, más de lo que se tiene. Otro consejo que ofrece a los padres en su calidad de director del Centro de Recursos del Consumidor es jamás utilizar la tarjeta de crédito para este tipo de gastos en la medida que un pequeño gasto puede convertirse en una gran deuda difícil de manejar a consecuencia de los intereses. "Cuando son pequeños, ellos se ponen lo que tú eliges, pero eso va cambiando conforme crecen. Llega un día en el que te dicen: ‘No, yo no quiero eso, mi amigo tiene tal cosa y de tal marca, por qué yo no puedo tenerlo’, etc., etc., Aunque parezcan tonterías, esos comentarios te ponen en problemas", afirma Mercedes, madre de Ricardo, quien este año asistirá al quinto grado en Walgrove Elementary School en Los Ángeles. "Yo tengo hijos y conozco la presión que existe sobre ellos y la que ejercen sobre los padres, pero hay opciones como los ‘outlets’, Sears, Ross, Costco, lugares en los que se puede encontrar ropa de marca a precios bajos", afirma Pepe Fernández, economista y analista financiero. "Hay que aprovechar las ofertas y los lugares conocidos por ofrecer buenos productos a precios módicos y ajustarse a la economía familiar. La educación, por lo menos hasta la escuela secundaria, está prácticamente pagada en las escuelas públicas y lo único que hay que hacer es cuidar el presupuesto de la ropa", reitera el economista. Mercedes no oyó el consejo de Pepe Fernández, pero la experiencia le ha enseñado el beneficio de las largas caminatas por las tiendas. Su hijo las detesta, pero resignado sigue a su madre cuando tienen que comprar algo para él. "Él no se entera de los precios, pero mi bolsillo sí que lo nota... los tenis que pueden costar entre 60 y 80 dólares, yo los consigo en 20 ó 25 dólares", afirma Mercedes, quien ha aprendido a conocer dónde están las mejores ofertas según el artículo que necesite. El comparar precios antes de hacer la compra es una de las cualidades que distingue a un comprador sabio de uno improvisado. Uniformes Pero el costo de la ropa y la tentación de los artículos de marca y moda no son los únicos temas referidos a la vestimenta escolar. En algunas escuelas públicas se está imponiendo el uso de uniforme, cosa que algunos padres apoyan por el hecho que se evitan las guerras de la moda y otras consideraciones. "Es más práctico, más económico y opino que es una manera de imponer disciplina. Por ejemplo, hay muchos niños que usan ropa que se identifica con los pandilleros y eso crea confusión", afirma Eduardo, tutor de Alexandra, una niña de 12 años que en septiembre asistirá al séptimo grado de Marina del Rey Middle School, escuela en la que desde el año pasado, según se reporta, se está tratando de establecer un código de vestido. "Hasta el año pasado podían usar ‘jeans’ y camisetas blancas con botones, pero este año, además de las camisetas blancas, los niños y las niñas deben usar pantalón azul oscuro, y si algunas niñas prefieren falda o vestido, éstos también deben ser azules. Yo no tengo ningún problema con eso y me parece bien. Hemos comprado cinco camisetas, una para cada día de la semana, dos sacos para cuando haga frío, el uniforme de educación física y hemos pagado 94.50 dólares por todo eso. Todavía nos falta comprar los pantalones y las zapatillas, pero creo que no va a ser mucho gasto", afirma, Eduardo, tutor de Alexandra. El artículo 35183 del Código de Educación de California permite que las juntas directivas reglamenten el uso de uniformes, pero como ocurre en Marina del Rey Middle School, se consideran casos particulares que impiden que algunos padres y niños cumplan con la disposición. Otra realidad Para Andrew y Ada Aguirre, residentes de Whittier y padres de Jason de 9 años, quien asiste a Plymouth Christian School, el inicio del año escolar empieza con el pago de 350 dólares por la pensión del primer mes. El costo del uniforme habitual y el de educación física lo calculan en 120 dólares. El caso Aguirre no es muy común. Como hombre previsor, Andrew tiene dos modos de enfrentar los gastos de educación de sus hijos: los costos de la escuela hasta el grado 12 han sido y serán parte de su presupuesto mensual, mientras que los que implicará el colegio o la universidad los maneja a través de inversiones. "Como trabajador independiente tengo que trabajar más duro para asegurar que ellos tengan lo mejor y por eso busco invertir; hasta ahora no me ha ido mal. El 40% de los estadounidenses invierte su dinero en acciones y, en el caso de la educación, esas inversiones no pagan impuestos; eso te da otro margen de utilidad", afirma. "Los padres no ahorran porque no pueden, pero lo que les puedo aconsejar es que piensen en el futuro, se informen y que cualquier excedente, por pequeño que sea, lo inviertan en el futuro de sus hijos y en el de ellos mismos", añade Aguirre, hijo de inmigrantes y nacido en este país. Él es el ejemplo perfecto de lo que el economista Pepe Fernández, considera un padre sensato y asimilado a las ideas de los norteamericanos, quienes considerando que las expectativas de vida han mejorado, invierten en su jubilación y en la educación de sus hijos.