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  Estirando el chavito

18 de octubre de 2007

Por: La Prensa

El arte de regatear precios al comprar productos, muy común en países de Latinoamérica y otras partes del mundo, también da muy buenos resultados en Estados Unidos.

Muchos consumidores, acostumbrados a pagar los precios marcados en los productos, podrían sorprenderse de que más de 90% de los compradores que regatean consiguen rebajas, de acuerdo con una encuesta publicada en el número de noviembre de la revista Consumer Reports, especializada en asuntos de consumo.

En Estados Unidos es común negociar precios al comprar automóviles y bienes raíces, pero la práctica no se extiende en igual medida a otros tipos de productos en los que los consumidores tienden a dar por sentado que los precios no son negociables.

Sin embargo, la encuesta revela que la gran mayoría de los más de dos mil consumidores consultados por la publicación obtuvo éxito por lo menos una vez durante los últimos tres años regateando precios en bienes como muebles, electrónicos, útiles del hogar y electrodomésticos, y productos en exhibición.

Otros sectores donde los consumidores fueron exitosos regateando son en negocios de joyería, planes de celulares, tarifas de bancos y tarjetas de crédito, objetos de colección y antigüedades, y hasta en facturas de servicios médicos.

En éstas últimas, el 93 por ciento de los consumidores que pidió descuentos en cargos médicos consiguió rebajas, y estudios previos realizados por otras fuentes como la compañía investigadora de mercado Harris Interactive, indican que este caro servicio no está exento de posible negociación.

“La gente cree que no hay mucho que hacer cuando se trata de facturas médicas o de la cuenta de televisión por cable, pero si está dispuesto a arriesgarse a que le digan que no, la recompensa puede ser muy buena”, dijo Tod Marks, editor de la revista.

Probablemente muchos inmigrantes provenientes de países donde es común la práctica del regateo, abandonan la costumbre al llegar a Estados Unidos, pero a juzgar por estos indicadores merece la pena, por el contrario, sacar provecho de tales habilidades.

La clave es saber cómo y cuándo. El “cuándo” requiere un poco de investigación para tener una idea de lo que sería un buen precio.

Para esto conviene revisar por internet el rango de precio de los productos antes de comprar. Algunos portales útiles para comparar precios son PriceGrabber.com, Froogle.com, NexTag.com, y Shopzilla.com, entre otros.

El “cuándo” también tiene que ver con la oportunidad. Por ejemplo, las probabilidades de obtener una rebaja de precio en un producto recién salido al mercado serían casi nulas en comparación con otro que ha estado “dormido” por un tiempo en un escaparate de exhibición o una esquina de la tienda.

Productos que se están desmontando de una feria de exhibición o escaparate, o que tienen pequeños desperfectos que no afectan su utilidad, son buenos candidatos para buscar rebajas.

Incluso en cadenas de tiendas por departamentos los administradores tienen cierto margen para acceder a descuentos en productos que no están en perfectas condiciones o que ya han sido puestos en rebaja, para liquidar la rotación de mercancías.

El “cómo”, por otro lado, tiene que ver con pedir una rebaja a quien tiene el poder de decisión, generalmente el gerente del establecimiento.

Y sin olvidar que una sonrisa amable puede tener mucho más poder de convencimiento que cualquier conocimiento del mercado.



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