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  Por el libro

20 de noviembre de 2007

Por: El Nuevo Dia Orlando

La publicidad recibida por los atracos e incidentes criminales en los cajeros automáticos o ATM ha puesto sobre el tapete el tema de la seguridad en este servicio, que ya forma parte de la vida cotidiana de miles de personas.

El más reciente ejemplo de esta violencia fue el caso de un policía de Orlando, fuera de servicio, que fue tiroteado en una ATM luego de sacar dinero. Sin embargo, nadie parece tener respuesta o querer hablar sobre cuán grande es el problema y cómo se relacionan con los cajeros automáticos.

 Las industrias de la banca y los cajeros automáticos admiten que ocurren crímenes, pero insisten en que las cifras son tan pequeñas que son insignificantes. También sostienen que nadie lleva cuenta de la cantidad de agresiones violentas en estas máquinas: ni el FBI ni la policía, y mucho menos la industria de la banca.

“Un cajero automático es un lugar muy fértil para que ocurran asaltos”, dice Rob T. Guerette, profesor de la Universidad Internacional de Florida, quien ha investigado los delitos que se cometen en los cajeros automáticos y es coautor de un estudio con el profesor Ronald V. Clarke de la Universidad Rutgers.

Guerette describe el fácil acecho en las ATM como algo parecido a los leones que esperan a que pasen las gacelas y las cebras en un abrevadero africano.

Sin embargo, Doug Johnson, portavoz del grupo bancario, señala que no existen nuevas estadísticas en torno a la violencia en las ATM. Los datos más recientes se recopilaron hace 20 años, cuando el índice era de alrededor de un crimen por cada 2 millones de transacciones. Anualmente se llevan a cabo más de 10 mil millones de transacciones en las ATM de Estados Unidos.

“Aunque la cifra de delitos se ha mantenido baja en relación con la cantidad de transacciones, la mera cantidad de transacciones y las oportunidades que éstas presentan para cometer robos y otros delitos significan que los delitos en las ATM ya no son raros”, informó el estudio realizado por Guerette y Clarke en el 2003.

La mayoría de los delitos son robos contra personas que han retirado dinero en un cajero automático. La pérdida promedio fluctúa entre $100 y $200. En alrededor del 15% de los casos, las víctimas sufrieron heridas, de acuerdo con Michael S. Scott, autor de “Robbery at Automated Teller Machines”, una guía para el Departamento de Justicia.

Ése fue el caso del oficial Alfred L. Gordon, de la Policía de Orlando, quien murió baleado poco antes de la 1 a.m. del 4 de octubre luego de haber retirado dinero en una ATM, mientras caminaba de regreso a su automóvil.

 En Jacksonville, Carol y Reggie Summoner, ambos jubilados y de 61 años, fueron secuestrados y asaltados en el 2005. Los obligaron a revelar los códigos de su ATM antes de enterrarlos vivos en un área rural del sureste de Georgia.

Como resultado de los asaltos en las ATM, 11 estados, entre ellos Florida, han impuesto reglas que rigen la ubicación y la seguridad de los cajeros automáticos.

De acuerdo con Scott, aspectos tales como la ubicación, la iluminación, el diseño y mantenimiento de los jardines y la seguridad de las ATM han aumentado desde que se introdujeron las máquinas a mediados de los años 60. Algunos incluso están estipulados por las leyes estatales y locales.

"Dondequiera que hay efectivo existe el potencial para el crimen y las ATM no son excepción", afirma Mike Lee, director internacional de la Asociación de Industrias de ATM. “Sólo una pequeña fracción de incidentes criminales ocurren en los cajeros automáticos en contraste con el enorme volumen de utilización a las más de 1.5 millones de ATM en el mundo", señaló.



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