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  Estirando el chavito

26 de noviembre de 2007

Por: Primera Hora

“Arbolito, arbolito, campanitas te pondré...”

Luego de la celebración de Acción de Gracias, históricamente, las familias se lanzaban a los muelles de San Juan o a los supermercados a comprar juntas el arbolito que adornarían en sus hogares. Pero los últimos años han demostrado que esta tradición va en descenso por innumerables factores, y este año no es la excepción.

La proliferación de árboles artificiales que se montan y desmontan, el alza en los precios de los árboles naturales, el desplazamiento de los vendedores particulares y la situación económica que presiona a los ciudadanos a limitarse en la compra de un árbol, influyen en este panorama.

Así que como diría el refrán, la venta pisa y no arranca…

Al Supermax del centro comercial Santa María llegó Myrna Negrón quien compró su árbol en $39.99.

“Éste fue el primer lugar que vine y entiendo que los precios están razonables, pero definitivamente, como está la cosa, se ve que la gente está aguantada por la economía”, dijo Negrón quien se llevó ayer su árbol que decoraría con colores vivos.

Graciano Marrero, por el contrario, dijo que no acostumbra a comprar un árbol natural porque entiende que “es una pérdida de dinero”.

“Antes la gente compraba más que ahora”, aseguró Marrero, vecino de Bayamón.

El gerente del supermercado, José Rosado, dijo a este diario que “las ventas han estado medio lentas y creemos que en cierta medida es porque el Gobierno no ha pagado el bono por adelantado como ha hecho en años anteriores, eso ha provocado una merma”.

En los muelles de San Juan se encontraba el propietario de uno de los puestos Juan Ayala O’Neill. En su puesto vende balsam fair y balsam premium y los precios comenzaban en $80 y $90.

“La realidad es que este año no ha cogido mucho impulso. Los supermercados, como compran más pueden acaparar más público y entonces nosotros, los pequeños comerciantes, tenemos que venderlos a estos precios. La otra cosa es que la gente de la Isla no está viniendo a San Juan para no gastar gasolina”, dijo Ayala, quien vende árboles hace seis años.

“La gente tiene que ofrecerle lo mejor a Dios y eso es un árbol natural, Dios no es un dios mecánico así que no se le puede dar un árbol artificial”, dijo con seriedad el hombre.

 María Javier, otra vendedora de pinos, coincidió con el resto de los comerciantes en que el ritmo de la venta está un poco lento.

La consumidora Kesiah Correa expresó a este diario que “los árboles están un poco caros y, sí, la gente está aguantada. Lo más que podría pagar por un árbol son “$80 y cuida’o”.

Por su parte, Edwin Román se mantenía positivo en su puesto de venta de pascuas. “Mi venta está normal, no ha habido gran cambio”, dijo el hombre que ha vendido pascuas por 23 años.



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